Eliminando los obstáculos y las barreras que el entorno presenta como elemento discapacitante se logrará la participación activa y productiva de las personas con discapacidad en la vida social de su comunidad. La barrera actitudinal es la más difícil de derribar, la ignorancia es —en gran parte— responsable de la estigmatización y discriminación.
La conciencia fonológica es la habilidad para reconocer y usar los sonidos del lenguaje hablado, por ello es de suma importancia su estimulación y desarrollo, ya que contribuyen a la adquisición de la lectura.
El agua es un elemento imprescindible para la vida, de ahí su importancia para la existencia del mundo; la escuela es la encargada de generar responsabilidad y conciencia en los alumnos sobre su manejo y buen uso.
La escuela cumple la maravillosa tarea de enseñar a pensar y preparar a los alumnos para resolver situaciones con asertividad y reflexivamente. De ahí la tarea del maestro que ensambla los contenidos de la enseñanza con las destrezas del pensamiento.
La inclusión no es solo tener acceso a una escuela, sino también estar involucrado en la comunidad. Esto supone un cambio de perspectiva, en la manera de ver a individuos con discapacidad y la toma de conciencia del poder de la inclusión para mejorar el mundo.
En todo grupo humano la norma es la diversidad. Sus miembros son diversos físicamente; por su origen familiar, socio-económico y cultural, diversos en cuanto su lengua materna, etnia y sus situaciones particulares.