A los 15 años, Luz María Ruiz Díaz conoció al que sería su primer y único novio. Ella estaba feliz, pero el candidato no cayó en gracia a su padre, que se lo dijo desde el principio. No eran simples celos de la única hija, sino un mal presentimiento que acompañó a don Samuel desde el día en que el subteniente de Artillería Darío Rubén Colmán pisó su casa y al que le encontró sentido cuatro años después, cuando se halló el cuerpo sin vida de la adolescente enterrado en el predio de la estancia Cerro Porteño de Paraguarí, el 27 de noviembre de 2002, a una semana de su misteriosa desaparición.
El 18 de noviembre del 2002, un día antes de la desaparición de Luz María Ruiz Díaz, Darío Colmán apareció nuevamente en la casa de la familia de la joven en Paraguarí. La universitaria había cortado la relación dos meses antes, pero Colmán no se resignaba.
Para don Bernardo Colmán, el lunes 9 de abril del 2001 debió ser un día de visita familiar como cualquier otro, pero no fue así. El agricultor dejó su vivienda en Yby Yaú rumbo a San Lorenzo, donde pretendía visitar a sus hijas Herminia Colmán, de 33 años, y Melania Colmán, de 30, que vivían con el marido de Herminia, Nicolás Almirón, y sus hijos Lorenza Almirón, Marilú Almirón Colmán y Gustavo Ortiz Colmán, de 14, 13 y 12 años de edad.
“No deseo a nadie lo que yo pasé”, dijo María Leonor Folle Sosa, madre de diez hijos, entre ellos Cruhy y Julio César Arroyo Folle, condenados por la matanza de la familia Almirón-Colmán.