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En su casa de Guarambaré, resaltó doña Leonor que el caso afectó a toda la familia y en un principio la Policía incluso detuvo también a otros de sus hijos, Kempe y Diego Armando, posteriormente desvinculados del caso tras presentar testigos que demostraron que no estuvieron en el lugar de los hechos el día de la masacre.
Recordó que Cruhy fue el primero en ser detenido. En días distintos, los agentes se presentaron para llevar a prisión a Julio César, entonces menor de edad, Kempe y Diego Armando.
“Yo fui la más afectada, su padre también, él ya estaba mal de salud y cuando pasó todo, empeoró. Cuando le llevaron a Julio César tuvo un preinfarto y de ahí ya no se recuperó”, tras indicar que su marido Ofelio falleció en agosto del 2005.
Doña Leonor comentó que la familia debió soportar en silencio la repulsa social e incluso se le prohibió seguir con un puesto de venta de panchos en un club local, pese a que llevaba 25 años allí.
“No deseo a nadie lo que yo pasé, es muy duro. La gente nos discriminaba, yo iba a la Iglesia y la gente me decía “esa es la mamá de ese asesino”, la gente me atacaba tanto que dejé de ir a misa. Hasta que un día un pastor evangélico me vino a buscar y me llevó a su iglesia”, comentó.
“Ver a tu hijo involucrado en algo así es un golpe muy fuerte. Yo no puedo decir si fue él o no; no pensamos en eso, le acompaño porque es mi hijo, ¿qué voy a hacer? Es muy doloroso ver a mi hijo así. Me voy a verle y vengo un desastre, pero qué voy a hacer, me armo de coraje y voy, es mi hijo”, manifestó.