Ramón Díaz renunció como técnico de la Albirroja. No es raro que lo haya hecho porque no es un “ladrón”, como lo presentaron algunos. Para vivir, y vivir bien, no necesita de este cargo. Hace un par de años, también renunció como técnico de River Plate luego de sacarlo campeón, justamente también por la labor de zapa de algunos dirigentes de ese club, y veía que el ambiente ya no estaba propicio para continuar. No pretendió, como ahora con la Asociación Paraguaya de Fútbol (APF), hacer valer su contrato, como muchos técnicos lo harían, a pesar de que le quedaba aún cuerda para rato. Además, es evidente que la actual dirigencia de la APF no se mostraba muy entusiasmada con su presencia al frente del plantel.
Cuando se anunció que los partidos de la “Copa América Centenario” no iban a ser transmitidos por televisión en el Paraguay cundió el pánico en este país eminentemente futbolero. ¿Y quién apareció para llevar tranquilidad? Acertó: ¡“El Chapulín Colorado”! (valga lo de “Colorado”), quien anteriormente ya financió elecciones y candidatos, según propias palabras.
¿Qué se cree esta Moria Casán para ingresar al Paraguay con 1.6 gramos de cocaína? Vendiendo esa cantidad en nuestro mercado le hubiera reportado unos ¡150.000 guaraníes! Suficientes para pagar por las joyas cuya desaparición se le atribuye, y todavía le iba a sobrar para sobornar a fiscales y jueces y conseguir su libertad. ¡Habrase visto! Pero allí estuvieron nuestros sagaces policías, fiscales y jueces para impedir semejante tráfico.
El 28 de octubre del año pasado publiqué un artículo titulado “Destapar la caja de Pandora del Fútbol”, que ahora, con todo lo que está saliendo a luz, debí titular “Destapar la olla podrida del fútbol”. Al recordar este artículo no busco eso de “yo dije luego”, sino solo quiero indicar que hay una sospecha de larga data acerca de la corrupción que corroe el fútbol y que se mantiene celosamente guardada bajo siete candados con la excusa de que se trata de una actividad privada que no puede ser auditada por las autoridades ni por los aficionados. Los dirigentes dirán: ¿qué tienen que ver los aficionados, si la mayor parte del dinero para mantener al fútbol proviene de la publicidad, de los espónsores y de los derechos televisivos? Olvidan que los espónsores que quieren vender sus productos y los canales de TV no hubieran comprado los derechos si no supieran que millones de aficionados en el Paraguay y en el mundo entero compran sus televisores y pagan sus abonos para suscribirse a los canales, entre otras cosas, para ver su deporte favorito. Así nomás es. De modo que no nos vengan a decir, sobre todo ahora que cayó el velo que cubría una desbordante corrupción, que se trata de un negocio privado que no tiene por qué abrirse al escrutinio público. Gracias a este destape, nos enteramos, por ejemplo, de que la Conmebol disfrutaba ¡de inmunidad!, una figura que hoy se utiliza para tener “impunidad”.
El fútbol ha recibido una artera puñalada por la espalda. Se la infligieron los seleccionados de Paraguay y Perú en el Sudamericano Sub 20 jugado en Uruguay. Ambos equipos –sus dirigentes o sus técnicos– pactaron un empate, que clasificaba a los dos al hexagonal del torneo, dejando de lado a Ecuador.
“Mirá la pregunta que me hacés. ¿Qué querés que haga con el muerto? Se murió porque estaba ahí”, respondió en forma sumamente antipática e irrespetuosa ante la situación el presidente Horacio Cartes cuando los periodistas le consultaron sobre un hombre que falleció evidentemente a consecuencia del nerviosismo que le ocasionó soportar por varias horas un bloqueo de ruta por campesinos en Yasy Kañy, departamento de Canindeyú.
El senador Víctor Bogado ha venido intentando desesperadamente zafarse de su relación con Gabriela Quintana Venialgo, conocida como la “niñera de oro”, y en ese tren lanza todo tipo de afirmaciones sin mucho sustento tratando de confundir a la opinión pública.
El fútbol paraguayo es una caja de Pandora, esa que, según la mitología griega, contenía todos los males del mundo. No creo que sea tanto así, pero estoy seguro de que, si se la abriera, el público se encontraría con grandes sorpresas, tanto en los clubes como en la propia Asociación Paraguaya de Fútbol (APF).
Fue en los meses de mucho turismo en Itapúa que unos amigos turistas que estuvieron recorriendo la zona comentaron a su vuelta que visitaron, entre otras localidades, San Pedro del Paraná. Quedaron maravillados del desarrollo de esa localidad, e indagando sobre el origen de tanto progreso algunos pobladores les comentaron con cierto recelo y en voz baja: narcotráfico.