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Moria, de 69 años, probablemente pasará las fiestas en el Buen Pastor. Dicen que los intervinientes no pudieron hacer otra cosa sino actuar conforme a la ley.
Pero nunca hemos visto tamaño celo cuando los acusados por el deleznable tráfico de drogas son hombres poderosos.
Moria se equivocó enormemente al elegir abogado. Hubiera seleccionado al diputado Marcial Lezcano, quien según un informe presentado por un grupo de legisladores en el propio Senado, tendría vínculos con el narcotráfico.
Por el Palacio de Justicia se comenta que un hermano del diputado de marras, además policía, el suboficial Águedo Romildo Lezcano, cayó infraganti con dos litros de cocaína líquida que tenían como destino el mercado exterior, pero a los seis meses el mismo ya disfrutaba de sobreseimiento libre. Aunque poco después una “mula” lo señaló como su patrón, el citado expolicía goza de libertad.
Otros miembros del Poder Legislativo también fueron señalados como vinculados con el narcotráfico en el mismo informe presentado al Congreso, pero, como era de esperar, los mismos no fueron incomodados, así como tampoco son incomodados el senador Víctor Bogado y el diputado José María Ibáñez, procesados a consecuencia de escandalosos tráficos de influencias para nombrar a sus clientelas políticas en cargos pagados por los contribuyentes.
Es probable, como dicen, que en el caso Moria los fiscales y jueces estén actuando puntillosamente conforme a las leyes. ¿Pero cómo es que cuando se trata de peces gordos miles de palos se insertan en la rueda de la justicia?
¿Será que el importe de los 1.6 gramos de cocaína de Moria no alcanza para contratar como defensor al diputado Lezcano?
cespedes@abc.com.py