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Estamos en las puertas de la próxima asamblea de la APF, en donde se preparan para dirigir la entidad por un nuevo periodo integrantes de la misma rosca que la viene gobernando desde hace décadas y que actualmente coloca al fútbol paraguayo en uno de sus peores sitiales a nivel internacional. Un ranking actualizado dado a conocer la semana pasada por la FIFA ubica a Paraguay en el lugar ¡número 76!, por debajo de países históricamente de menor prestigio futbolístico, como Guatemala, Honduras, Costa Rica, Estados Unidos, por citar solo algunos de la región. Y recuérdese también la humillante eliminación de Paraguay para el último Mundial del Brasil, cuando muchos paraguayos preparaban sus maletas para cruzar la cercana frontera y alentar a la albirroja.
¿Quién es el único candidato para dirigir la APF? Es Alejandro Domínguez Wilson Smith, precisamente exdirector de la selección que causó una de las más grandes decepciones a los aficionados paraguayos. En los últimos años integró varias veces, junto con otros hermanos, la dirigencia del Olimpia, justo en el ya largo periodo en que ese club se debate en fracasos y más fracasos futbolísticos, para desazón de sus asociados y simpatizantes. Lejos del exitoso periodo encabezado por su padre, Osvaldo Domínguez Dibb. Entonces, ¿es el candidato ideal para la APF? ¿Qué cualidades se tienen en cuenta para postular a una persona que pretende dirigir la entidad madre del fútbol paraguayo?
Tal vez pensando en todo esto es que surgió un incipiente movimiento que pretendió erigirse en oposición, pero que muy pronto fue sofocado por quién sabe qué argumentos o amenazas. Es que la APF y los clubes se manejan en forma similar a la política, ya que la claque dominante tiene el poder y distribuye los cuantiosos recursos que administran no sabemos bajo qué condiciones. Por algo ni la APF ni los propios clubes nunca dieron a conocer los montos que reciben cada uno de estos y en qué se invierten. Además, algunos pocos dirigentes corajudos suelen denunciar incluso hasta la digitación de árbitros a favor de clubes del interés de los popes o en contra de quienes no gozan de su simpatía.
Bajo estas condiciones, comparable con el manejo de las “listas sábana” de la política, qué dirigente se atreverá en serio a ponerle el cascabel al gato.
El dinero que reciben la APF y los clubes debe ser manejado como si fuese el de los contribuyentes de la administración pública, porque provienen de los aficionados. Algún dirigente saltará con indignación ante esta comparación. Pero ese dinero proviene de las entradas que pagan los aficionados, de la suscripción que abonan a los canales de cable que transmiten los partidos y que a su vez otorgan millonarias sumas a la APF, al igual que los patrocinadores que aportan también mucho dinero para que su marca se promocione en las camisetas o en algún lugarcito del estadio. Entonces, el aficionado tiene todo el derecho a conocer el manejo económico de la APF y de los clubes, en vez de que los dirigentes se escuden en que se trata de entidades privadas para evitar ser escrutados como deberían serlo y mantener a la entidad como un coto cerrado.
No me extrañaría un comunicado de repudio firmado por todos los dirigentes de la APF, incluyendo a los que amagaron ser contreras, porque, lastimosamente, estas entidades largamente en manos de roscas se manejan como una cofradía, repito, al igual que la política.
Pero los aficionados al fútbol se están cansando de los malos o inútiles dirigentes. Los años de fracaso ya están surtiendo efecto en su ánimo, y las nuevas autoridades serán escrutadas permanentemente. No deben descartar que, ante nuevos traspiés, también reciban el repudio de la gente en los restaurantes y otros lugares públicos, como viene ocurriendo con los impresentables políticos.
cespedes@abc.com.py