Charlie Hebdo volvió a sus andanzas al publicar viñetas satíricas donde se muestra a las víctimas del terremoto de Italia depositadas entre escombros dentro de una gran pasta de lasaña. En el dibujo se lee: “Penne con salsa de tomate, Penne gratinado, Lasagna”. Al vislumbrar esta procacidad demencial que desea aparecer bajo el género literario de la sátira y la ironía se percibe con claros rasgos un estilo bufonesco, superficial y corrosivo, afín al más puro libertinaje cuyas burlas han sido de tan mal gusto que fueron execradas por las redes sociales universales, aunque también hubo mensajes de salutación y de apoyo a semejante sinrazón.
Lo que antes parecía un sueño, una utopía tirada de los pelos, ilusión sin visos de realización, un exabrupto del destino y una pantomima alucinante para ganar notoriedad, popularidad y dinero se fue convirtiendo en una trágica pesadilla para el establishment republicano que no podía creer lo que estaba ocurriendo. En efecto, Trump hace un año no tenía la más remota posibilidad de acceder a la nominación y mucho menos a aspirar al sillón presidencial del país más poderoso del planeta. Solamente aparecía como un ilusionista que había echado mano de las conocidas técnicas de la seducción demagógica, aplicando las mismas técnicas persuasivas de antaño, similares brebajes y elixires, con los mismos recursos histriónicos adaptados a la usanza del siglo 21, buscando con ello una alternativa renovada y diferente ante la certeza del hastío que provoca el ritualismo convencional de hacer política dentro de la estructura esclerosada de los partidos tradicionales, enquistados en estereotipadas y rígidas consignas que ya no tienen hoy el predicamento de antaño.
Luego del referendo británico que diera el triunfo al “Brexit” han corrido como reguero de pólvora en toda Europa y en el mundo entero el pesimismo, el escepticismo, la desorientación y las acuciantes interrogaciones de cómo sería el futuro de Europa luego de este descalabro político, social y financiero.
Apelando a la figura de Simón Rodríguez, mentor de Simón Bolívar, un destacado analista bolivariano de un conocido diario argentino dijo, entre otras cosas, que “lo que pasó en Brasil obliga a repensar en los errores cometidos a fin de realizar una profunda autocrítica para no volver a recaer en los mismos desaciertos”.
Lo que había comenzado como una ilusión descabellada, como una utopía imposible de realizar y como una fantasía o cuento de hadas de las mil y una noches, va cobrando forma en la dimensión de la realidad bajo la mirada atenta y desconcertada del establishment del Partido Republicano, que jamás asistió a la puesta en escena de una colosal tragicomedia protagonizada por un personaje exento de las mínimas condiciones para liderar un partido que con sus luces y sus sombras ha dejado una impronta imperecedera en la historia de los Estados Unidos de América.
En el último debate televisivo de los candidatos republicanos se percibió un fenómeno extraño referente al tremendo desatino suscitado en el marco de una virulenta reprimenda coordinada y previamente planificada contra la figura de Donald Trump, quien acusó ostensiblemente el impacto inusitado donde no se debatían propuestas serias con rigor académico, sino simplemente acusaciones de incompetencia, irresponsabilidad, falsedad, y encubrimiento, destinadas a minar la moral del interlocutor circunstancial.
Laurence Lowell, el más célebre orador académico de todos los tiempos, exrector de la Universidad de Harvard, solía preguntar insistentemente a sus interlocutores si los Estados Unidos estarían en el sendero de convertirse en una nueva Cartago, que por su espíritu mercantilista desapareció del escenario mundial hace más de 2.000 años.
El Socialismo del Siglo XXI fue un portentoso proyecto que se encarnó no solo en Venezuela sino en varios países de la América Latina, movilizando grandes masas que marchaban bajo una nueva bandera de una exótica y mítica revolución cultural y política. Bolívar cobró inusitada vigencia al ser rescatado de los cerrados pliegues de la historia, catapultándolo hacia una nueva escena que tendría como protagonista al Sr. Hugo Chávez. Pero este parecía estar más allá de la figura de Bolívar, en un sitial más encumbrado, por ser el promotor de una revolución que llevaría a término las frustradas intenciones del Libertador, que intentaba unificar bajo un solo sello de hermandad a toda la América del Sur.
Aún persisten los sonoros ecos del estruendoso impacto de la pobre performance de Scioli en la primera elección, pues nadie suponía que los resultados fueran tan adversos para las posibilidades del candidato del “Frente Para La Victoria”. El propio Macri, líder del PRO, se mostró notoriamente sorprendido por lo ocurrido sin poder desentrañar el misterio del porqué de los resultados obtenidos.