En la celebración de la vigilia pascual, el templo se adorna con flores blancas, símbolo de la Resurrección. Es la misa de gloria, la más solemne del año. Celebramos el paso de la muerte a la vida, la victoria de nuestro Dios sobre el pecado, sobre las oscuridades. Acontece al iniciar el tercer día de su muerte.
Dentro de nuestra práctica religiosa popular, el sábado se suele dejar para sentir el silencio de María, quien acompañó a su Hijo en los momentos de dolor y de alegría. Sobre todo, solo pensar en el momento en que María recibe en sus brazos el cuerpo de su Hijo, nos estremece el alma. Jesús, quien es depositado en la tumba, se abandona en las manos de Dios en silencio.
Antes del Viernes Santo, el jueves celebramos que Jesús fue fiel al mandato del Padre, llevando una vida entregada totalmente y sirviendo de manera desinteresada; tan radical vivió el amor que lo llevó hasta la cruz, pasando por la peor de las muertes de la época. Solo los criminales morían en la cruz, considerándose la peor de las muertes. Ahí resuena la grandeza de su humildad al pedir perdón por los pecados del mundo entero, pidiendo incluso perdón por quienes lo estaban matando.
Marcan la santidad de este día dos celebraciones importantes. Por la mañana, en la Catedral, se celebra la misa crismal, en la que el presbítero renueva las promesas sacerdotales, y el obispo consagra los óleos para las celebraciones de los sacramentos. Por la tarde, con la misa de la última cena comienza la preparación para el triduo pascual, en la que se rememora la institución de la eucaristía y del sacerdocio, y el mandamiento del servicio fraterno a través del amor humilde y generoso.
Qué nivel el de Jesús: aunque haya habido traición de por medio, igual pide que se prepare celebrar la Pascua con los suyos. Como la cena tenía muchos detalles (cordero asado, pan ázimo, hierbas amargas, vino, etc.), era importante prepararla bien. Y justamente uno de los suyos, uno de los doce, lo vende por treinta monedas de plata (es lo que valía un esclavo en aquella época). El texto nos indica que se celebra en casa de un conocido.
La Semana Santa empieza con la entrada triunfal de Jesús a Jerusalén, sigue con la celebración de la Pasión hasta la Muerte y llega a la Resurrección. La Pasión y la Gloria, la Muerte y la Resurrección, angustia y alegría son ámbitos opuestos que se unen en una vida entregada por amor, en la vida de Jesús.