En este mundillo energético, en el cual prácticamente nací y me malcrié profesionalmente, existen actores de diferentes tipos. Algunos de ellos luchan por un mundo mejor, buscando el bien común. Son franca minoría. Sin embargo, existe otro grupo que, lastimosamente, representa a la mayoría y solo vive para instalar falacias, medias verdades y pesimismos. Mintieron, mintieron y mintieron, que algo quedó al final, especialmente en los incautos, inocentes e ignorantes.
En el mundillo itaipuniano, y tal vez en Yacyretá también, podemos clasificar a los técnicos y analistas energéticos en varios grupos. Hace unos años en un artículo de mi autoría se inauguró la frase de “ingenieros de 50 Hertz”, frecuencia del sistema eléctrico paraguayo, que en forma jocosa estaba ridiculizando al otro grupo de ingenieros paraguayos, el de 60 Hertz, frecuencia del Brasil. Desde 1973 este grupo venía claudicando nuestros derechos soberanos en la binacional.
La pandemia, y nada más que la pandemia, será la actriz principal de esta película cargada de esperanza, llamada reforma del Estado. Es la única merecedora plena del Óscar; tal vez algunos actores secundarios como los periodistas libres, deban recibir otros galardones por iniciar las investigaciones de corrupción, ventilar los abusos y vigilar la impunidad. Es bueno hacer esta precisión para que no se envanezcan algunos ministros, legisladores y ni siquiera los trabajadores de blanco.
En 40 años de vida relacionada al sector energético y 35 de ellos como empleado de la Itaipú Binacional (1979 a 1988 y de 1993 a 2019) he visto de todo. En el aspecto técnico me complace sobremanera haber participado del montaje de las primeras máquinas de Itaipú, la primera línea de corriente continua del continente, la primera estación conversora de 12.600 MW, las primeras líneas aisladas con un gas, el SF6, y otras. Nuestro retorno de un curso de electricidad superior, realizado mediante el logro de una beca por concurso de la binacional hacia el Brasil, durante dos años y medio, nos permitió ver lo último en la tecnología de entonces. Mi escuela eléctrica, la de Furnas, estaba fuertemente influenciada por la Universidad de Itajubá, una de las más respetadas de Latinoamérica.
En el sistema buscador de informaciones Google se encuentran 563.000 informaciones sobre el caso Rosa Rodríguez. Una de ellas dice: “El general Rosa Rodríguez fue muerto a balazos, todo indica que por los mismos soldados del Ejército que lo conducían en un jeep a una reunión con el presidente Juan Carlos Wasmosy el día 10 de octubre del 1994. El general entregaría entonces a Wasmosy un durísimo informe, con sus conclusiones sobre la ligazón entre narcotráfico y poder político en Paraguay.
El 26 de diciembre de 2004 publiqué el número I de este título y en él describía la génesis de los clanes mafiosos en el Paraguay. Relataba someramente cómo se formaron algunas fortunas inmensas de los “señores de la frontera”, los que, sin ningún título académico o méritos más que ser “pioneros”, se adueñaban del poder político y económico de las zonas limítrofes, para luego influenciar sobre el poder central en la capital.
En el artículo anterior me referí a algunos sindicalistas a quienes bauticé en un artículo anterior con el nombre de “monjes negros”. Son viejos conocidos en el Estado y, particularmente, en Itaipú, pero son minoría. Los verdaderos trabajadores de Itaipú tragaron polvo, barro y muchos sinsabores construyendo la mole que nos da orgullo a muchos y tal vez vergüenza a los diplomáticos y directores entreguistas.
Once años atrás envié tímidamente al Suplemento Económico de ABC Color un artículo al cual intitulé: “Ecuación de la equidad”; el mismo se publicó el 22 de septiembre de 2002. Se trataba del primer ensayo económico-social que proponía a la opinión pública, las anteriores eran denuncias de corrupción.