Señores de la frontera (final)

En el sistema buscador de informaciones Google se encuentran 563.000 informaciones sobre el caso Rosa Rodríguez. Una de ellas dice: “El general Rosa Rodríguez fue muerto a balazos, todo indica que por los mismos soldados del Ejército que lo conducían en un jeep a una reunión con el presidente Juan Carlos Wasmosy el día 10 de octubre del 1994. El general entregaría entonces a Wasmosy un durísimo informe, con sus conclusiones sobre la ligazón entre narcotráfico y poder político en Paraguay.

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Tras su muerte, el informe desapareció. Sin embargo a fines de 1996, una copia fue descubierta por reporteros del diario paraguayo Noticias y de Canal 13 de Asunción.

El documento afirmó que el capo del narcotráfico en Paraguay era el mismo general Andrés Rodríguez, que llegó a la presidencia tras tumbar al dictador Alfredo Stroessner.

Rodríguez sería responsable del envío, principalmente hacia los Estados Unidos, de grandes cantidades de cocaína colombiana. Sus principales socios comerciales serían el entonces gobernador Barreto Sarubbi y el empresario brasileño Fahd Yamil.

Barreto Sarubbi era el gran jefe político del Alto Paraná, cuya principal concentración urbana es Ciudad del Este. La región está llena de tiendas de productos electrónicos importados, que encuentran mercado en el vecino Brasil.

El contrabando en Ciudad del Este es centenario. Fahd Jamil, a su vez, es considerado como el capo del contrabando en la región de Ponta Porã (Brasil) y Pedro Juan Caballero (Paraguay).

Su hermano, Gandi Yamil, fue diputado nacional y candidato al gobierno del Estado de Mato Grosso do Sul. Un hijo de Yamil, Daniel Alvarez Georges Yamil, fue detenido por tráfico de drogas”. (Jayme Brener. Crimen Uniformado. 1997)

“Santiago Leguizamón tenía en su poder una fotografía comprometedora en la que aparecían juntos el entonces jefe del Cartel de Medellín, Pablo Escobar Gaviria, el empresario fronterizo Fahd Yamil y el entonces presidente paraguayo, Andrés Rodríguez Pedotti, según revela el consultor en comunicación Vicente Brunetti, sugiriendo que esta sería la principal razón por la que asesinaron al periodista hace 20 años”. (Andrés Colmán Gutiérrez. Última Hora. 28/04/2011).

Como verá el amable lector, todo lo relacionado con el narcotráfico siempre terminó en el folclórico “oparei”. Ningún detenido, procesado y, mucho menos, condenado. Y por lo que hemos visto en los últimos tiempos, esto continuará viento en popa. Los políticos involucrados usarán la vieja estrategia de la bóveda (tatakua) donde los ladrillos se sustentan en conjunto, pero si llega a caer uno, caen todos.

En la Colombia de los 80, época del temible Escobar Gaviria, murieron cientos de políticos, periodistas, militares, policías, jueces y fiscales honestos. Era una lucha muy desigual contra este terrible y poderoso mal que carcome y mata la sociedad de nuestro tiempo.

Acá todavía los mártires son muy pocos, por lo menos los que luchan pública y frontalmente. Los ajusticiamientos internos por “ajuste de cuentas” son miles. Casi no constan en las estadísticas policiales.

Conclusión

Para solucionar definitivamente esto se deben crear leyes pragmáticas, que confiscan los bienes de los narcotraficantes, sean los hallados en el país o el extranjero.

Muchas cuentas se abren en paraísos fiscales y luego son importadas para financiar campañas de diputados o senadores totalmente impresentables. Hemos visto frecuentemente que la Senad descubre in fraganti miles de kilos de cocaína o marihuana, pero solo son detenidos los “mulas”, mientras que los “patrones”, con sus bienes y su prestigio social, quedan totalmente blanqueados por fiscales y jueces corruptos.

Cuando aparezca el estadista que estamos esperando habrá consenso para crear, por ley, una fuerza especial, al estilo “Los intocables”, de la década de los 20 en los EE.UU., liderados por el mítico Elliot Ness. Sin una ley antidroga real, unos hombres valientes que lo apliquen y un estadista con mucha inteligencia y valor que los ampare, esto no cambiará.

El pueblo está impotente, la prensa libre y las autoridades administrativas con miedo, mientras los criminales, felices y tranquilos; por ello lo único que nos trae garantía de verdadera justicia y paz, es Dios. Termino esta peligrosa serie amparado en su palabra: “Bienaventurado el pueblo cuyo Dios es Jehová”. Salmo 144: 15.

Oparei

Como verá el amable lector, todo lo relacionado con el narcotráfico siempre terminó en el “oparei”. Ningún detenido, procesado...

(*) Vicepresidente de la Sociedad de Ingenieros Liberales del Paraguay (SILP).

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