Constructores y generadores

En el artículo anterior me referí a algunos sindicalistas a quienes bauticé en un artículo anterior con el nombre de “monjes negros”. Son viejos conocidos en el Estado y, particularmente, en Itaipú, pero son minoría. Los verdaderos trabajadores de Itaipú tragaron polvo, barro y muchos sinsabores construyendo la mole que nos da orgullo a muchos y tal vez vergüenza a los diplomáticos y directores entreguistas.

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El 1 de mayo se recordó a aquellos que tienen una buena historia y merecen entrar, así como los mártires de Chicago de 1886 y los dos trabajadores del STICAP que cayeron en 1989 cuando se inició la lucha laboral en Itaipú, en la historia. Los personajes, a los que me referí también en una serie intitulada “El nuevo Estado sindical”, al no tener argumentos racionales ni capacidad de discernimiento del desarrollo, la justicia y la equidad, recurren siempre al chantaje, la intriga, las medias verdades y a las ofensas personales para justificar su voracidad mórbida.

Incapaces de discernir el bien común con el bien particular, recurren a gavillas del mismo pensamiento y ejecutan sus planes secretos. Y como carecen de pueblo, recurren hasta la formación de sindicatos propios, sobre medida; un traje que encubre su obesidad mental y moral.

A muchos de ellos los conozco como si los hubiera parido. Lastimosamente, algunos son mis hijos putativos, a quienes enseñé a leer y escribir. Craso error mío. Perjudiqué a la entidad, a la literatura y a la lucha sindical. Hoy reconozco y me arrepiento. Son los famosos cuervos que uno cría hacendosamente, y luego acaban comiéndote los ojos, el hígado y el corazón.

Negocios y negociados

En 25 años de libertad sindical en el Paraguay, ellos se encargaron de perpetuarse en un suprapoder. Un submundo de negocios y negociados. Hoy me permites el ingreso de un pariente, mañana te maniobro con el partido y los demás sindicatos para que no haya huelga. Y para disimular exhibo pancartas “café con leche” en la barrera. Hoy te pido cuatro niveles salariales o el nombramiento como gerente a tal o cual “amigo” (de la casa, como gustan alegar a las autoridades), y mañana te consigo una paz sindical (que dura exactamente hasta mi próximo pedido). Si no consigo mis objetivos, siempre habrá una manada política lista para declarar una huelga de lujuria.

Tengo buenos amigos sindicalistas y de la izquierda; algunos son ateos y la mayoría cristianos; pero me aparté hace un tiempo de aquellos cazadores recolectores que usan la lucha sindical como trampolín político o personal.

Creo que la Constitución Nacional es bien clara al respecto: sindicalismo y política partidaria son agua y aceite. Pero a estos mamíferos de la res-pública lo que menos les interesan son la ley y la ética.

Si los sindicalistas caviar de Itaipú pudieran meter a todos sus hijos, sus cuñados y sus hermanos al cuadro propio, lo harían sin pestañear. Si no consiguen eso, los llevan a la Fundación Tesãi, Fundación Tío Tom, Fundación Ña Deló, Empresa La Santillana, Hertz Tur, SINDI Tur, etc., y si no pueden, los meten como pasantes, pasapelotas, futbolistas o basquebolistas. No importa el método: seudo concurso, succión de calcetines, salto en la plaza, en la Junta, en el Directorio, o como cebador de tereré o trago largo.

Y para darle una buena imagen a mi “transición” de sindicalista a político, asisto los viernes y sábados a alguna “universidá” de garaje, donde consigo un título de “abogado” y otros siete certificados de diferentes quioscos, en dos años y medio.

El resto ya es acercarme a un buen padrino en la Corte para jurar... y a la carga detrás de una alta gerencia o ¡UN DIRECTORIO!

No me pidan nombres; es de caballeros dejar nuestras luchas sindicales fuera de probables heridas familiares. Si quieren conocerlos, vean los canales y escuchen las radios. Son los mismos, hace 25 años.

Por último, como presidente de una agremiación de hombres libres, es bueno declarar que me siento avergonzado por la actitud del diputado Carlos Portillo, del Alto Paraná. El diputado Portillo es la prueba más elocuente de que en Paraguay cualquiera puede ser legislador.

Es también la prueba de nuestra educación primaria, secundaria y terciaria. Es la prueba de las graves falencias de nuestro sistema electoral. Es la prueba de que en Paraguay se vota, pero no se elige. Es la prueba de la decadencia moral de nuestra política.

Es la prueba, por último, de lo bajo que cayó el Partido Liberla Radical Auténtico. Es por ello que escribí en su tiempo que el Partido Liberal debe nacer de nuevo. Refundar o refundirse de una vez por todas.

Caviar

Si los sindicalistas caviar de Itaipú pudieran meter a todos sus hijos, sus cuñados y sus hermanos al cuadro propio, lo harían sin pestañear.

25 años

No me pidan nombres... Si quieren conocerlos, vean los canales de televisión y escuchen las radioemisoras. Son los mismos, hace 25 años.

* Presidente, Sociedad de Ingenieros Liberales, Filial Alto Paraná.

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