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El artículo se basaba en dos principios, uno matemático sencillo y otro ético, de convivencia armónica entre las naciones civilizadas, la equidad. Una ecuación simple de primer grado intentaría resolver las asimetrías del desarrollo entre dos países vecinos.
En dicha igualdad estaban asentadas las variables económicas, demográficas, geográficas y sociales distribuidas en dos miembros que representaban a dos países. Los ejemplos, para efectos demostrativos, recibieron el nombre de Paraguay y Brasil.
Hoy, a más de una década de aquel parto económico y periodístico, me llené de satisfacción al ver una ecuación similar, pero propuesta por un académico de talla mundial, el Economista Jeffrey Sachs. Esta última está referida a un producto en particular, la energía de Itaipú; sus variables principales son: el precio y el tiempo. Existen otras, pero todas ellas referidas a estos dos conceptos principales.
Durante décadas, otros columnistas han opinado lo mismo que Jeffrey Sachs, pero debemos admitirlo, no éramos asesores de un gobierno como los EE.UU., Brasil u organizaciones como las NN.UU.; tampoco egresamos de una prestigiosa Universidad como la de Harvard, Massachusset o Columbia. Solo nos acompañaba el sentido común, que no siempre es el más común de los sentidos. Además, nadie es profeta en su tierra.
En estos días, en el mismo diario que publica nuestros pensamientos, hemos visto la traducción y opinión del compañero Armando Rivarola.
Está de más expresar que nos llenó de esperanzas. ABC, a pesar de su mosaico ideológico interno, tiene algo que no tiene cualquier medio, la libertad de expresión. Es por ello que continúa llevando la posta de la lucha por la soberanía y la justicia en Itaipú.
En mi ecuación de la equidad se propuso un factor de equilibrio entre dos naciones asimétricas, un factor K del desarrollo. En la de Jeffrey Sachs, se propone una relación de justicia entre dos socios que realizan un negocio.
Ambas buscan algo que está por encima de la simple igualdad de una ecuación, la equidad.
Es muy probable que ambas ecuaciones tengan los mismos enemigos, las mismas incomprensiones, el mismo comportamiento pusilánime por parte de los claudicantes que, desgraciadamente, abundaron y tuvieron poder en todos los gobiernos que se sucedieron en 40 años. En otras palabras, no esperemos tanto del brillante análisis de Jeffrey Sachs.
Si contratáramos a los diez últimos Premios Nobel de Economía y los mismos llegasen a resultados similares, el entreguismo sería igual.
Es por ello que mi tesis para obtener el título de Magíster en Planificación y Conducción Estratégica del IAEE se sustentó en la idea de que Paraguay solo emergerá del atraso si encuentra un hombre o mujer providencial que tenga sabiduría y coraje, es decir, un estadista, y solo este podrá aplicar las recomendaciones de Sachs, el veredicto de la Contraloría General de la República y luchar por el cumplimiento del Acuerdo Lugo-Lula, del 2009.
Si el sector energético continúa en manos de gatopardistas, cuyos dioses son el oro y el dinero, que tienen un carácter gelatinoso y su fin es solo la vanidad, entonces de nada valdrá ninguna consultoría, auditoría o mediación de un organismo multilateral.
No existe peor ciego de aquel que no quiere ver. Seamos honestos, las pruebas ya nos dieron los propios congresistas que permitieron el ingreso de Venezuela por la ventana política, mientras nuestra dignidad salía cabizbaja por la puerta jurídica.
Por último, dicen que el poder no se autocontrola, al poder solo le para el contrapoder. Si el Poder Ejecutivo y el Legislativo se entregaron al club bolivariano por intereses económicos y aceptaron la supremacía del criterio político por encima del jurídico ¿Qué nos resta? Y bueno, el cuarto poder y la movilización ciudadana y las redes sociales son nuestro último refugio.
Igual
Si contratáramos a los diez últimos Premios Nobel de Economía y los mismos llegasen a resultados similares, el entreguismo sería igual.
(*) Sociedad de Ingenieros Liberales, SILP
lumaf77@gmail.com