El ejército sirio prosiguió ayer con su ofensiva para arrebatar al grupo yihadista Estado Islámico (EI) uno de sus principales fortines, mientras los radicales lanzan contraataques para frenar el avance.
BEIRUT. La dirección del principal movimiento rebelde de Damasco fue diezmada por un bombardeo del ejército sirio que mató a su líder, infligiendo un duro golpe a la insurrección y a las negociaciones de paz que debían comenzar en enero.
Las tropas del régimen sirio anunciaron ayer que expulsaron a los combatientes del grupo yihadista Estado Islámico (EI) del interior de la ciudad de Palmira, cuyas ruinas están incluidas en la lista del Patrimonio de la Humanidad de la Unesco, y que lograron preservarse en medio de los combates, aunque estos prosiguen en sus alrededores.
El ejército sirio exterminó a centenares de sus ciudadanos como si fueran cucarachas. Muchos de ellos eran niños. Prácticamente todos eran civiles indefensos. La crueldad de ese Gobierno no tiene límites. Los muertos ya exceden de cien mil.