El empresario argentino Juan Pedro Schaerer dijo ayer que luego de mucho tiempo recuperó las esperanzas de saber qué pasó con su hijo, el joven Christians Schaerer, quien fue secuestrado en Corrientes en el año 2003 y que presuntamente fue asesinado en nuestro país. La captura de uno de los presuntos miembros de la banda podría echar luz al caso.
El empresario Juan Pedro Schaerer, padre del joven desaparecido Christians Schaerer, declaró ayer que tras recibir la información de que los dos principales secuestradores de su hijo estarían en Portugal, el 10 de mayo de 2004, inmediatamente envió una nota al entonces fiscal de la causa, Rafael Fernández, para comunicar la trascendental novedad y pedir colaboración, entre otras cosas, para enviar a Europa a un policía paraguayo para que siguiera los fugitivos y los ayudara a materializar la detención.
Pedro Schaerer, padre del secuestrado Christians Schaerer, manifestó su deseo de que Rodolfo José Lohrmann, presunto secuestrador de su hijo, sea juzgado en Paraguay, aunque reconoció que probablemente el proceso se haga en Argentina.
La captura en Portugal de los secuestradores argentinos Rodolfo José Lohrmann y José Horacio Maidana, líderes de la banda que entre los años 2003 y 2004 perpetró en Paraguay los plagios de Mariángela Martínez, María Mercedes Elizeche y Sebastián Llano, supone también una nueva esperanza de justicia para la familia del joven argentino Christians Schaerer, capturado por la misma organización y, en la misma época, en la ciudad de Corrientes. La diferencia es que pese al pago del rescate, que se hizo en Ciudad del Este, Christians nunca apareció.
El empresario argentino Juan Pedro Schaerer relató que, según la investigación de la Policía paraguaya, basada en los testimonios de los involucrados y testigos que él mismo también entrevistó, su hijo Christians Schaerer estuvo cautivo por lo menos por seis meses entre Argentina, Brasil y Paraguay.
El 5 de noviembre de 2003 se inició el operativo para el pago del rescate por Christians Schaerer, cuando su padre fue obligado a ir hasta Encarnación a llevar la plata que había conseguido, mientras que también le ordenaron a la madre del joven que viniera desde Corrientes para que ambos reunieran toda la plata.