La reconquista de la cima sagrada de Jasuka Venda por comunidades paĩ tavyterã implica una gran complejidad de situaciones. Es reimaginar la convivencia social basándose en principios de solidaridad, la reciprocidad, el desarrollo ético y la buena administración de los recursos naturales. Eso es lo que refleja la obra escrita por María Graciela Ocáriz Penoni y Cristóbal Ortiz Lovera, Arandurã Editorial, y abordamos en este análisis.
La muestra La objeción. Acerca de la melancolía en la obra de Carlos Colombino se puede visitar hasta el mes de septiembre en el Centro de Artes Visuales / Museo del Barro (Grabadores del Cabichuí 2716, entre Cañada y Emeterio Miranda). Aquí, un fragmento del texto curatorial.
Tras la charla de clausura, el pasado miércoles 17 en el Museo del Barro, de la hermosa e importante exposición «El giro barroco», traemos hoy la segunda y última parte del texto curatorial elaborado para ella por el escritor, antropólogo y crítico de arte Ticio Escobar, «La línea barroca», reproducido aquí íntegramente gracias a la gentileza del autor.
El término «barroco» es, en sí mismo, barroco. Significa cosas opuestas, disímiles. Señala montajes entre conceptos distintos, suena ostentoso y exagerado. Se vuelve, gira sobre sí (o contra sí) y desmiente categorizaciones históricas claras. De hecho, tal término recién es empleado en el siglo XIX para nombrar fenómenos estéticos e ideológicos complejos que ocurren durante parte del siglo XVII y del siguiente. Nace marcado, pues, por el anacronismo, un giro hacia atrás en el tiempo. El término «giro» es también veleidoso: designa hechos y situaciones diversas, como la rotación de un cuerpo en torno a un eje, el cambio brusco de dirección en un movimiento cualquiera, la antojadiza orientación diferente que toma una conversación y la estructura especial de una frase literaria.