El Estado Paraguayo se administra por códigos, decretos, leyes, plebiscitos (eventualmente), pero ningún poder de ese estado puede imponer una disposición “erga omnes” por su mejor saber u entender, sea cual fuere la alta capacidad de sus miembros.
La educación ha sido siempre un problema en el desarrollo de la sociedad paraguaya. Sin el Colegio Jesuítico (y, en menor medida, el Franciscano) y las hazañas de algunas escuelas de primeras letras, la historia del naciente Paraguay hubiera sido escenario de brillantes batallas para defender el dominio de la Gobernación, pero casi de nada más.
Fresco habrá sido el día 28 de julio de 1883, cuando un grupo de distinguidos intelectuales, nacionales y extranjeros, resolvieron crear un centro cultural en nuestro país que tanta importancia luego tuvo en el territorio nacional.
El 25 de abril de 1913, reunidos en la sala de honor de la Academia de Bellas Artes, un grupo de calificados compatriotas que acababan de regresar del extranjero en misión de estudio resolvieron constituir una entidad dedicada al cultivo de las lenguas y en generar el desarrollo de todo elemento de cultura, así como a estrechar los vínculos de amistad y solidaridad entre sus asociados.
El ballet, o el baile clásico, tiene un origen muy antiguo. Desde que el mundo comenzó a tener un portento de organización, el baile —con reglas o libre— existió. Lo hubo en Egipto, Judea, Éufrates, Creta, Grecia, Roma. Después de la caída del Imperio romano (476) hasta el Renacimiento (1500), el baile se retrajo en el occidente a expresiones reducidas y poco expresivas.
Me decía hace varios años la polifacética doña Josefina Plá que, para ella, ser editorialista era “ponerse el cuello duro y tratar sobre temas difíciles”. Por provenir la expresión de doña Josefina Plá, periodista, entre otras diversas distinguidas actividades cultas o cotidianas, esa manifestación me dejó dubitativo.
Todos podemos decir que en mayor o menor medida somos hijos de ese magnífico continente. Tan ricos, laboriosos y cultos países y habitantes conforman un tejido del que todos tenemos mucho o algo, de sangre y cultura. A su vez y a su tiempo, Europa fue receptora de correctas experiencias asiáticas o africanas.