Aproximadamente setenta años antes del establecimiento del Estado de Israel, en 1881, el cartógrafo británico Arthur Penrhyn Stanley observó que “En Judea casi no es una exageración decir que por millas y millas no hubo aparición de vida o población”. Tras viajar a Palestina en 1895, el escritor francés Pierre Loti comentaba acerca de la “melancolía del abandono que pesa sobre toda la Tierra Santa”. En ocasión de su visita en 1867, Mark Twain describió el paisaje así: “Palestina se asienta penitentemente. Sobre ella ralea el hechizo de una maldición que ha marchitado sus campos y consumido su energía… Palestina es despoblada y desgarbada… Es una tierra desesperanzada, lúgubre y apesadumbrada”.
Estos últimos días corrió el rumor en pasillos diplomáticos y medios de prensa de que el presidente ilegítimo de Venezuela, Nicolás Maduro, estaba contemplando destinos potenciales para su eventual huida. Se mencionó de manera destacada a Rusia, Turquía, México y, desde ya, Cuba.
Causó bastante sorpresa entre los israelíes la reciente noticia de que el alto dirigente palestino Saeb Erakat había solicitado ser puesto en la lista de espera para someterse a un trasplante de pulmón en Israel. Y provocó cierto desconcierto el hecho de que las autoridades aceptaron su pedido.
A Nicolás Maduro le vendría bien tener a mano un moderno duque de La Rochefoucauld. A él se dirigió el rey Louis XVI al anochecer del 14 de julio de 1789 con una simple pregunta: “¿Es esto una revuelta?”. Aquella mañana parisina había comenzado con el ataque popular a la prisión de la Bastilla; en horas de la tarde, la multitud desfiló por la ciudad con la cabeza del gobernador clavada en una lanza. Respondió entonces el duque: “¡No, señor, es una revolución!”.
El 3 de abril un islamista uzbeko originario de Kirguistán hizo detonar una bomba en el metro de San Petersburgo, mientras Vladimir Putin se encontraba de visita en la ciudad. Catorce personas murieron y cerca de medio centenar resultaron heridas. Al día siguiente, el régimen sirio lanzó un ataque con gas sarín contra la localidad rebelde de Jan Sheijun en la provincia de Idlib, provocando la muerte a 80 personas e hiriendo a más de quinientos. ¿Hay una relación entre ambos hechos? ¿Fue esta una repuesta de Moscú a la osadía islamista de atacar en suelo ruso? Washington ha echado el ojo al posible nexo. “¿Cómo es posible”, preguntaba retóricamente un funcionario de la Casa Blanca sobre Rusia, “que sus fuerzas estuvieran acuarteladas junto con las fuerzas sirias que planearon, prepararon y realizaron este ataque con armas químicas en la misma instalación, y no tuvieran conocimiento previo?”.
Algo no está saliendo del todo bien en el Torneo Internacional de Ajedrez Femenino, en curso estos días en Irán. Para las más de cincuenta ajedrecistas que pelean por el prestigio y el premio de cuatrocientos cincuenta mil euros, así como para el régimen Ayatolá, orgulloso anfitrión del certamen, todo marcha en popa. Pero para la decena de ajedrecistas que rehusaron participar por razones principistas, algo está decididamente mal.
Dentro de su gran cobertura del fallecimiento de Fidel Castro, Clarín orgullosamente publicó una fotografía del día en que el dictador cubano visitó la redacción del diario. Se veía a Fidel hablando, rodeado del director del medio, el editor de internacionales y dos periodistas estrella, todos escuchando con fascinación lo que fuere que el sabio comunista estuviere afirmando. Ceños fruncidos, gestos concentrados, poses atentas. Toda una coreografía de devota atención. En lo que a representaciones iconográficas del desvarío ideológico del progresismo contemporáneo se refiere, esta debería ser considerada un clásico. Salió el sábado pasado. Es de colección.
El siglo XX obligó a dos Sumos Pontífices de la Iglesia Católica a enfrentar los dos grandes males de la época: el nazismo y el comunismo. El siglo XXI ha arrojado sobre un nuevo Papa un nuevo desafío: el islamismo. Francisco tiene ante sí una bifurcación muy clara –y muy trágica– a propósito de qué senda transitar, tomando como referencia las divergentes conductas pasadas de sus predecesores.
En el marco de la Jornada Mundial de la Juventud que comienza esta semana en Polonia, el papa Francisco hará una visita al campo de exterminio de Auschwitz, donde, según su vocero Federico Lombardi, “no pronunciará palabra alguna. Será una visita en silencio, de dolor, compasión y lágrimas”. Esa es una decisión papal prudente considerando las polémicas que causaron las visitas precedentes.