La reforma integral del sistema educacional paraguayo se implementó en Paraguay como uno de los pilares fundamentales para la construcción de la democracia, después de la caída del stronissmo. En ese contexto, el 18 de noviembre de 1993 se promulgó la ley N° 258 que declaraba el año 1994, año de la Reforma Educativa.
Abraham Lincoln decía que “la filosofía del aula en una generación será la filosofía del gobierno en la siguiente”. Terminando el periodo electoral nos urge priorizar las estrategias que permitirán a la generación actual de niños paraguayos convertirse en ciudadanos globales del Siglo XXI y contribuir así a nuestra frágil democracia.
Padres, maestros, alumnos, representantes de organizaciones civiles y públicas solicitaron ser partícipes de la construcción de la nueva reforma educativa, durante la audiencia pública convocada por el Senado. Todos rechazan fórmulas, modelos o asesores extranjeros e imposiciones en educación.
El Banco Mundial fue contratado por el Ministerio de Hacienda, en representación del Fondo para la Excelencia de la Educación y la Investigación (FEEI), para un servicio de “asesoría reembolsable” para iniciar el proceso de consulta sobre la nueva reforma educativa. Gremios están en contra.
Ahora que el presidente de la República, Mario Abdo Benítez, hace una convocatoria social para elaborar una reforma educativa, hay que entender muy bien que educación no es la simple repetición de memoria de los contenidos ni copias de hojas sueltas, ni llenarse de papeleos para las estadísticas. Es necesario superar el atavismo biológico que iguala al ser humano con cualquier ser vivo del reino animal.
El Comité Estratégico del Proyecto “Diseño de la Estrategia de Transformación Educativa del Paraguay 2030” realizó ayer a la tarde su sesión inaugural en Palacio de López. La instancia del Gobierno y la sociedad civil tiene a su cargo el proceso de consulta en todo el país y la elaboración de un proyecto para la transformación de la educación paraguaya 2030.