En un artículo de 1960, Augusto Roa Bastos saluda «la vigorosa personalidad de Carmen Soler», que «representa por primera vez en la poesía paraguaya la irrupción de la mujer como poeta de combate».
«Imagínese usted, tener que dejarlo todo, tener que partir para siempre, y encima tener que partir, un romano como Ovidio, a un lugar salvaje del norte, a una aldea absurda, a orillas del Danubio. Pero esa terrible desgracia nos ha dado las Epístolas desde el Ponto...» (Carlos Villagra Marsal, conversando una tarde sobre Ovidio, el exilio y otros temas)
Parte fundamental de la vida presente y pasada, de la geografía y del paisaje urbano de Asunción, los raudales surcan nuestra existencia y atraviesan la memoria de nuestros mayores con el caudal torrentoso de su historia, de sus discretos héroes, de sus anécdotas, de sus peligros y accidentes, de sus aventuras y placeres, y están ligados a nombres memorables y a recodos cuyo encanto y emoción siempre respetará el tiempo.
“Me he limitado a comentar estrictamente los poemas que fueron elegidos. Intenté una lectura estructuralista, sobreponerme a mis prejuicios, no abandonar jamás el terreno de las letras, el espíritu de las palabras, atenerme al texto siempre…”, nos dice el poeta Cristino Bogado sobre esta reseña de la antología actual paraguaya publicada en España por el prestigioso sello Visor.
«Más allá de los tópicos –señala Carlos Villagra– es un hecho que Bareiro tuvo que vivir en Francia, y lo es también que en su escritura es evidente, en diversas formas, la nostalgia. Por lo demás, esto es algo que ha ocurrido siempre. El exilio, como usted lo sabe muy bien, es uno de los castigos más terribles que se conocen en la civilización occidental...»