La crisis provocada por un acta firmada entre representantes de los países dueños de la energía hidroeléctrica de Itaipú causó sorpresa, indignación y pedidos de juicio político. Más allá de las implicancias económicas y políticas directas de este hecho, es necesario entender, también, los cambios que tuvieron lugar en la política exterior del Brasil y del Paraguay con relación al período de los gobiernos anteriores de ambos países, destaca el economista Fernando Masi, en el último número de la Revista Economía y Sociedad, del Centro de Análisis y Difusión de la Economía Paraguaya (Cadep).
¿Estamos en la senda de convertir al Paraguay en la China de Sudamérica? como expresa el marketing oficial, o ¿seguiremos siendo el país intermediario de productos chinos al Mercosur? La primera opción implica un proceso rápido de industrialización, principalmente vía industrias de ensamble. La segunda ya no es una opción sino una tendencia predominante del comercio con el Brasil desde hace tres décadas.
La preocupación de los representantes de los principales sectores productivos del país por los costos de no ingresar al mercado de China volvió a avivar en las últimas semanas el debate acerca de la conveniencia de continuar nuestras relaciones diplomáticas con la República de Taiwán.
Ante una nueva y compleja situación del comercio mundial, aparecen nuevas modalidades de acuerdos comerciales, entre bloques, plurilaterales y sectoriales. En América Latina se oyen voces en favor de minimizar procesos de integración como el Mercado Común del Sur (Mercosur) e iniciativas como la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur); y, por otro lado, se propone un nuevo acuerdo de tipo hemisférico que aproveche lo ya recorrido en más de 20 años de esfuerzos de integración.
El Mercosur ha decidido extender por 10 años más los beneficios del Fondo para la Convergencia Estructural del Mercosur (Focem) que reciben los países socios –principalmente los pequeños–. Es un reconocimiento a un instrumento que ayuda a reducir las asimetrías estructurales dentro del bloque. Paraguay, como principal país beneficiario, deberá encarar esta segunda etapa del Focem con mayor seriedad que la primera y no dejar fondos sin ejecutar por falta de proyectos.