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El boom de los commodities de la década pasada puso a China en el mapa comercial latinoamericano al convertirse en el principal importador de recursos naturales (alimenticios y minerales) de la región. Al mismo tiempo, el muy alto crecimiento económico de China por más de 20 años lo transformó en una potencia manufacturera, cuyos productos invadieron también la región latinoamericana.
Hace ya más de una década que China es uno de los principales socios comerciales del Paraguay, pero en una relación donde nuestro país funge solo como importador. China se sitúa hoy como el país de origen de las importaciones paraguayas más importante, por un valor de US$ 3.450 millones en 2017, superando ya al Brasil como primer proveedor histórico. Desde Taiwán el Paraguay solo importa alrededor de US$ 30 millones, cifra que no llega ni al 1% de lo que compra de China. Las exportaciones paraguayas al mercado chino son prácticamente inexistentes, lo mismo que al mercado de Taiwán.
Los productos que tradicionalmente llegaron al Paraguay desde China (y también desde Taiwán), fueron mayormente reexportados al Brasil a través del Régimen de Turismo, consistentes principalmente en electrónicos, computadoras, celulares, vestimentas y calzados. Sin embargo, en los últimos años el Paraguay empezó a adquirir de China, en forma creciente, bienes intermedios y bienes de capital para la producción agrícola e industrial. En 2017, el 54% de los rubros importados de China fue destinado al Régimen de Turismo o comercio de reexportación, participación que ha venido reduciéndose desde 2010, cuando el 68% de los productos de ese origen eran reexportados.
China se ha convertido ya en uno de los principales proveedores de bienes para la producción nacional, pero ello no se traduce en la presencia del gigante asiático en, por ejemplo, la industria ensambladora de automóviles y motocicletas (con partes y piezas chinas) o en la venta de fertilizantes a la agricultura.
Es dable suponer que las ventas al Paraguay tienen la “venia” del Gobierno de China porque, a pesar de su reducido tamaño, el mercado paraguayo abre un canal más a la expansión de sus exportaciones, que también tienen al Brasil como uno de sus mercados más importantes de la región.
Sin embargo, no gozan de la misma “venia” las importaciones de productos paraguayos, aun cuando los rubros que el Paraguay exporta (alimentos) son precisamente aquellos que tienen alta demanda en el mercado chino. ¿Es este un resultado del “costo político” que la China hace pagar a aquellos países que todavía mantienen relaciones diplomáticas con Taiwán?
Inversión y préstamos
Pero el acercamiento de China a América Latina no fue solamente en términos comerciales. Aunque nuestra región no está entre los diez principales receptores de capitales del gigante asiático, la inversión de China en América Latina, acumulada principalmente desde 2010, alcanza un total de US$ 110.000 millones. El principal destino de la inversión china en América Latina es el Brasil, seguido por Perú, México y Argentina, en ese orden. Solamente en 2017, China invirtió en el Brasil US$ 20.000 millones.
En la década pasada, las inversiones chinas en el mundo y en América Latina se concentraban en las actividades extractivas, principalmente de minerales, petróleo y gas. En los últimos años se han venido diversificando hacia los sectores financieros, de infraestructura (logística y transporte) y de energías renovables (hidroeléctricas y otras). En el Brasil, la inversión china ya incursionó en el sector de la industria automotriz y de maquinarias, apuntando a las ventas en el mercado doméstico de ese país.
En términos de financiamiento de emprendimientos de los países latinoamericanos, el China Development Bank y el Export-Import Bank of China acumulan préstamos por un total de US$ 29.000 millones, cifra superior a los créditos del BID y del Banco Mundial a la región.
Sin embargo, estas inversiones y préstamos de China no hacen su arribo al Paraguay, como sucede con los productos de importación provenientes de ese mismo país. En un trabajo reciente, Francisco Urdinez de la Universidad Católica de Chile afirma que el Paraguay paga un “costo Taiwán” superior al beneficio de la ayuda externa y las inversiones que recibe de ese país. Para demostrar este costo, este autor contabiliza primeramente la ayuda externa de Taiwán desde el año 2008, llegando a una cifra quinquenal de US$ 71 millones, más otras cifras esporádicas equivalentes a US$ 10 millones en el período 2008-2017. Es decir, un flujo promedio anual de US$ 15 millones.
En segundo lugar, el autor realiza un ejercicio de simulación de las inversiones y préstamos de China en la región y del efecto que estos flujos de capital podrían tener en países latinoamericanos que todavía mantienen relaciones con Taiwán pero que deciden reconocer diplomáticamente a China. El ejercicio arroja el resultado de que, debido a su falta de relaciones diplomáticas con China, el Paraguay pierde un flujo potencial de US$ 138 millones anuales de inversiones y US$ 224 millones anuales en préstamos bancarios. Este flujo es, por supuesto, muy superior a la ayuda externa anual que el Paraguay recibe de Taiwán. Es más, Taiwán no registra ninguna actividad de inversión extranjera en el Paraguay.
Concluyendo, se puede afirmar que el costo político de no tener relaciones diplomáticas con China se observa no solo en la imposibilidad de que nuestras exportaciones lleguen directamente al mercado chino, y lo hagan en cifras muy superiores a las actuales, sino también en la ausencia de flujos de inversión y de préstamos de China, con un impacto mayor a la actual ayuda externa de Taiwán.
En América Latina, los países centroamericanos y caribeños son los que mayoritariamente decidieron mantener relaciones diplomáticas con Taiwán desde la época de la Guerra Fría. Sin embargo, varios de ellos, como Costa Rica, Panamá y recientemente República Dominicana, establecieron relaciones con China, motivados por las conveniencias en materia comercial y de inversiones, principalmente. El gobierno electo de nuestro país deberá poner los pesos relativos en la balanza para decidir cuál es la opción económicamente más relevante en nuestras relaciones con Asia.
* Director Cadep