En marzo de 2016 (Gobierno de Macri) una patrullera de la Marina argentina hundió un pesquero chino que faenaba en su dominio marítimo. La depredación de la inmensa flota pesquera de China en alta mar está ampliamente documentada, como puede constatarse en Internet. La muestra más reciente fue en el Pacífico sudamericano los primeros días de octubre: 340 enormes barcos descendieron de Ecuador al Perú y Chile. Unos meses antes (27/4/2020) Infobae.com difundió evidencia gráfica de la presencia de cien pesqueros chinos en la Zona Económica Exclusiva (ZEE) argentina.
En su columna del martes 16 en El Comercio, Ian Vásquez (Instituto Cato) pregunta si hay “¿Esclavos cubanos en el Perú?”, y alerta sobre el homenaje al Che Guevara que los médicos castristas le rindieron en Arequipa, agregando que “en Moquegua se sumó el tributo al pionero del socialismo en Perú, José Carlos Mariátegui, por ser el 14 de junio también su natalicio”. El texto que cita corresponde a la información oficial difundida por la Cancillería de Cuba, transmitida por Prensa Latina el domingo 14, que menciona también actos políticos similares en Ancash y Ayacucho. La redacción del despacho de La Habana es particularmente sintomática en su referencia a la ceremonia realizada en “la ciudad peruana de Arequipa, la segunda más importante de Perú”, pues el gobernador de esa región, el procomunista Cáceres Lliclla (con quien el Presidente pactó la liquidación del emblemático proyecto minero Tía María) ya ha lanzado su candidatura presidencial para el 2021
Los incendios en la Amazonia afectan vastas zonas de selva en las sequías de verano. Los que asolan el Brasil ahora son de magnitud comparable a los ocurridos en 2016 que, sin embargo, no suscitaron una alarma internacional tan notoria. El primer pronunciamiento del G 7 sucedió a la declaración del presidente del Consejo Europeo sobre el acuerdo de libre comercio UE-Mercosur: “resulta difícil imaginar el proceso armonioso de ratificación por los países europeos, mientras el Gobierno brasileño permite la destrucción de los pulmones verdes de la Tierra”. En calles y plazas resuenan indignadas protestas ciudadanas por la aceleración del cambio climático. Pero ¿a qué se debe que la reacción actual sea mucho mayor que la de 2016?
Desde el estercolero en que Lava Jato ha convertido la política en la región debe recordarse el primer –e impecable– antecedente sobre la Iniciativa para la Infraestructura Regional Sudamericana (IIRSA), que consta en los documentos aprobados por los Presidentes de América del Sur, reunidos por primera vez en Brasilia el 31 de agosto y 1 de setiembre de 2000, a invitación del Presidente Fernando Henrique Cardoso [1].
Desde que Vizcarra gritó “¡basta!” a la política de “odio y confrontación, que no ha hecho otra cosa que perjudicar al país” hasta el suicidio de Alan García, naufragamos en lo que el sucesor de Pedro Pablo Kuczynski (PPK) quería superar mediante “el pacto social entre los peruanos de cualquier ideología política y credo” que propuso al Congreso el 3 de marzo de 2018.
Superando la formalidad de una invitación ya cursada al dictador venezolano Maduro, nuestra diplomacia ha tenido el acierto de aprovechar la última reunión de Cancilleres del Grupo de Lima para lograr que su Declaración (punto 6) recoja las bien fundadas razones por las cuales “el Gobierno del Perú ha decidido reconsiderar la participación del Gobierno de Venezuela en la VIII Cumbre de las Américas, en Lima”, antes de consignar que “Los miembros del Grupo de Lima respetamos esta decisión”. El fundamento principal de esta decisión es la Declaración de Quebec de abril de 2001, emitida por la III Cumbre de las Américas (celebrada cinco meses después de la salida de Alberto Fujimori). En ella se consagra una rotunda cláusula democrática, referencia indispensable de compromisos similares adoptados en otros organismos regionales y subregionales.
El éxito de la reciente Cumbre de las Américas en Lima ha contrastado con algunos hechos, entre pintorescos y patéticos, que revelan esa suerte de (auto)hipnosis que condiciona a las izquierdas. Evo Morales, el sobreviviente más entusiasta del Socialismo del Siglo XXI (el chavismo), y el canciller de la Cuba comunista, tuvieron intervenciones surrealistas que muestran hasta dónde puede llegar la ceguera política de quienes son incapaces de ver la realidad y vivir con ella.
El domingo 20 se vio el triunfal fraude de Maduro, fin de la parodia electoral que su Asamblea Constituyente adelantó, no obstante que el mandato del tirano termina en 2019 (siempre que no cambie de nuevo las reglas de juego). Un avance de lo que viene —y de lo que vendrá el año próximo— se lee en la respuesta que dio al periodista catalán Jordi Évole cuando le preguntó si sería nuevamente candidato: “Ni me ofrezco ni me niego […] Lo que sí te puedo decir es que aquí, en el Palacio de Miraflores, seguirá mandando un bolivariano. Eso sí te lo puedo asegurar” (El País).
Se diagnostica mal el proyecto vitalicio de Maduro en Venezuela porque no se asume que la otra cara de la moneda es la Cuba comunista. El castrismo maneja al poder político y militar de Venezuela con los sofisticados medios de su inteligencia (diseñados por la KGB y la Stasi), y los 60.000 cubanos que tiene en el país de cuyos hidrocarburos se nutre tanto como de la falencia política de Maduro y sus fuerzas armadas.