Para lectores voraces y noctámbulos impenitentes, cuatro editoriales presentarán cuatro libros de cuatro autores –Wilson Bueno, Douglas Diegues, Jorge Kanese y Alberto Molina– este viernes 21 de abril a las 7 de la noche en el Ateneo Paraguayo (Nuestra Señora de la Asunción 820, casi Humaitá)
En 1992, Wilson Bueno recorrió felizmente un territorio trilingüe –castellano, portugués, guaraní– con su ópera magna, cuyo título paradójico le da al Paraguay un mar. Un mar que es en realidad, nos dice hoy el poeta Cristino Bogado en este artículo, la «playa de Guaratuba sobre el Atlántico, movida y acunada con el oleaje del portunharaní».
El escritor paranaense Wilson Bueno (1949-2010) dejó también su marca en el periodismo con Nicolau, la mítica revista que editó durante las décadas de 1980 y 1990 y que, además de agitar como pocas la escena literaria brasileña, cruzó las fronteras de su país de origen.
Sobre el libro del doctor Sebastián Castiñeira recientemente presentado en Asunción Don y Reciprocidad. De Bartomeu Melià a la filosofía contemporánea (SB, Buenos Aires-México DF-Madrid, 2017, 300 pp.)
¿Es la escritura de Roa Bastos en general, y en especial en Yo el Supremo, como se sostiene habitualmente, una reflexión sobre el lenguaje, o más bien una huida del lenguaje? ¿Huida del lenguaje paraguayo como realidad viviente? ¿Huida del confinamiento que esa marca idioléctica podría suponer? ¿Huida propia solo de Roa, o también de otros escritores (o representativa incluso de los prejuicios de amplios sectores de la cultura paraguaya)?