5 de noviembre de 2024
En el Paraguay un delincuente puede, con un poco de esfuerzo y la oportuna adhesión al caudillejo preciso, alcanzar el pretendido estatus de perseguido político. Es decir, el de una víctima en la lucha cívica. No importa el volumen del crimen cometido. Una vez que el malhechor llegue a político y la “voluntad popular” le otorgue un curul parlamentario, su crimen será embozado. Y él pasará a ser una prominente personalidad con privilegios de intocable.