4 de noviembre de 2024
Te hablaré de esa cruz, de esa cruz de mi niñez, de esas cruces a la vera de los caminos que hoy ya no sé cómo encontrar. Eran cruces rústicas, pintadas de negro y hechas de madera que llevaban un paño blanco, bordado, como entrelazadas a ella y cuyos extremos se movían al viento; saludándome al pasar. Entonces, siempre apuraba el trote de mi caballo y apenas tenía tiempo de santiguarme a la ligera. A los pies de aquellas cruces, algunas toscas piedras sujetaban algún candelabro de hojalata en la que una vela nunca faltaba.