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Me intrigaron tanto aquellas cruces a lo largo de los caminos de tierra que sólo conocían el crujir de los carros y de las carretas. En mi mente de niño, me preguntaba si alguien habría muerto trágicamente en esos parajes tan solitarios y si el espíritu del mismo aún rondaba por ahí.
Cuando fui creciendo, descubrí la historia de esas cruces que nunca quisieron contarme: de que entre 1865 y 1870, el Paraguay se había convertido en un gran cementerio a través de un camino de sangre que rasgó esta patria nuestra desde el sur en Paso de Patria hasta el norte en Cerro Corá. Al decir de Elvio Romero, “fueron tantos los jinetes que cabalgaron al viento, siguiendo a Solano López y que nunca regresaron”.
Aquellos caminos, ya no tienen huellas en la tierra del Paraguay del presente, ni llevan cruces; sino en el alma callada de nuestro pueblo.
Dios cuide al Paraguay para que no olvidemos nuestro pasado y para que nunca más nos sometan a tal doloroso holocausto. Unidos, no permitiremos que nuestro futuro jamás sea cancelado.
*Médico Especialista Diplomado del Consejo Americano de Psiquiatría y Neurología.
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