Porque creo que es posible lo digo, incluso estoy dispuesto a discutir en el ambiente que fuere sobe el valor tiene el río Pilcomayo. Además, para mí tiene un valor sentimental, ya que mi querido padre Hilario Gómez, marino de profesión, trabajó mucho en esa zona (entró pobre y salió más pobre aún, hecho que cuento con enorme orgullo).
Pretendo actualizar las ideas que me han ocupado y divulgado a través del diario ABC Color. No voy a perder la voluntad de que así se haga porque después de cuatro años de insistir sobre el tema de la hidroelectricidad en las dos centrales, debo decir con firmeza, pero sin amargura, que hasta hoy he predicado en el desierto a beduinos sordos, pero esta dificultad no me impedirá seguir teniendo la voluntad de siempre.