Fotografías, cuadros, colores, escenarios: ¿qué aspectos de la realidad política y social revelan todos estos complejos simbolismos que nos rodean cotidianamente sin que reparemos en ellos?
SALAMANCA. Aunque de acuerdo a nuestra Constitución somos un Estado democrático y laico, mucha gente no entiende muy bien el significado de estos términos y cómo deben traducirse a la realidad. Paradójicamente son las autoridades y el propio Gobierno quienes menos los entienden y esconden la “práctica democrática” bajo discursos huecos y se saltan por encima lo “laico” dejando entrever que es una persecución a la Iglesia Católica cuando en realidad sólo el Estado laico puede garantizar el ejercicio libre de la religión.
SALAMANCA. Cuanta más totalitaria sea la ideología de un partido político, no importa su signo, más se empeñan sus adherentes en sembrar en su entorno los símbolos que los representan. Y cuanto más cerradas sean esas ideas, más se sacralizarán dichos símbolos. Los ejemplos están al alcance de todos: la esvástica de los nazis, el “fascio” de los fascistas, la hoz y el martillo en la Unión Soviética, etcétera.
Una lectura personal, quizás un tanto atrevida, del concepto de «arquetipo del inconsciente colectivo», del autor suizo Carl Jung, permite llevar determinadas tesis de este pensador al ámbito, en principio ajeno a él, del análisis iconográfico de las obras de arte.
Algunos anuncios, afiches, catálogos y hasta productos aparecen hace poco tiempo en nuestro medio con un “extraño” símbolo cuadrado. Se trata de los códigos QR, una tecnología que permite almacenar información para ser compartida digitalmente.