17 de noviembre de 2024
Cada vez que viajamos en un colectivo nos vemos envueltos en el infierno de las latas de sardinas. Llegar pedaleando a algún lugar debe ser solo de héroes en una ciudad sin ciclovías, en la que tendrás que pasar de la vereda al asfalto constantemente, poniendo en riesgo tu integridad física; y agradecé si en el colectivo tenés lugar para pararte en horas pico de usuarios. El sueño del vehículo propio se vuelve tu obsesión en estos casos, pero no debería ser esta la única solución.