23 de diciembre de 2024
Por una vez, la espada de Damocles pende sobre Vladimir Putin. El gobernante ruso está acostumbrado a ser él quien le pone precio a las cabezas de sus enemigos, pero en esta ocasión le toca esquivar una orden de detención que ha emitido el Tribunal Penal Internacional (TPI), con sede en La Haya. Ahora, más que nunca, se lo pensará dos veces antes de abandonar el Kremlin, donde cuenta con una corte de fieles y todo un aparato represivo que lo resguarda de una maniatada oposición que lucha por un cambio en Rusia.