El lunes 17 de junio pasado, pude presenciar la “seudorendición de cuentas” de Justo Zacarías y Félix Sosa, director general paraguayo de Itaipú y presidente de la ANDE, respectivamente, que con bombos y platillos convocó la actual mesa directiva de la Cámara de Diputados para que informen, con más detalles a esa cámara sobre el último acuerdo que firmaron los gobiernos de nuestro país y del Brasil en materia de energía hidroeléctrica el 09 de mayo de los corrientes.
Un negocio es justo cuando ambas partes del acuerdo salen beneficiadas. Eso es lo que Paraguay no ha podido o querido interpretar desde 1973, año de la firma de los dos acuerdos o Tratados hidro-energéticos, el de Itaipú y el de Yacyretá.
Paraguay tiene un potencial enorme de diversificación de su producción y exportación -y por ende de su economía- mediante a la gran disponibilidad de energía limpia con la que cuenta. La demanda global de productos sostenibles puede ser aprovechada para generar nuevos bienes con valor agregado en base a las exportaciones actuales, sostienen en un informe del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), que lanzó una infografía para que reflexionemos sobre esta potencialidad.
Al resaltar la importancia y los beneficios de la energía hidroeléctrica, la ONU manifiesta que un “rápido y responsable” despliegue de energía limpia y renovable “es crucial” para alcanzar los objetivos del Acuerdo de París.
Paraguay debe buscar alternativas a su energía hidroeléctrica, que abanderan las represas de Yacyretá e Itaipú, ante un futuro agotamiento del abastecimiento debido al crecimiento del país y del consumo, dijo a EFE Eduardo Viedma, presidente de la Asociación Paraguaya de Energías Renovables (APER), se lee un despacho de la agencia EFE fechado la última semana en Asunción .
ENCARNACIÓN (Juan Augusto Roa, de nuestra redacción regional). El Paraguay sufre la contradicción de ser uno de los cinco principales productores de energía hidroeléctrica del mundo, pero el 50% de su matriz energética la cubre con biomasa.