4 de noviembre de 2024
El hombre del sombrero tiembla de risa entre sus propias lágrimas pegajosas, abrazado por la protección de las sombras que detienen el tiempo. Ha probado el horror del placer loco. Ha probado el horror del placer sin fronteras, del placer sin medida, del placer sin después. Ha probado el horror de la eternidad. Se ha apoderado de los lujos reservados al asesino. Ahora tendrá que vivir dando un rodeo para burlar a la muerte. Como cuando, de niño, aunque supiera que tendría que entrar antes o después a clase, se demoraba solo un poco más con algún pretexto o con varios, como si jugara a perderse o a olvidar el camino que lo llevaba a la escuela.