El Poder Legislativo acaba de sancionar una nueva ley que permite deducir el 100% del IVA por compras en supermercados, lo que en la práctica es una reducción de impuestos, con un impacto estimado en el fisco de 110 millones de dólares al año, sin considerar el potencial crédito fiscal que se generaría, tanto regular como irregularmente. Más allá de los argumentos a favor y en contra de esta iniciativa en particular, como principio, reducir impuestos puede tener un efecto positivo en el consumo, la inversión y la reactivación económica. Pero si no hay una disminución paralela de los gastos, el remedio tenderá a ser peor que la enfermedad en términos de mayor déficit, mayor endeudamiento, mayor desequilibrio monetario, mayor inflación, aumento de la tasa de interés y del tipo de cambio, deterioro del ambiente de negocios, todo lo cual repercutirá a su vez en las ventas y en la economía real.
El crédito fiscal para los grandes contribuyentes del impuesto a la renta agropecuaria (Imagro) cayó abruptamente luego de que el Gobierno eliminara en el 2008 este beneficio, concedido en forma irregular por la presidencia de Nicanor Duarte Frutos.