Dicha persecución, según dicen, la sufrieron mucho durante el anterior gobierno a cargo de su correligionario Mario Abdo Benítez, periodo en el que estaban fuera del poder. Pero también afirman sufrirla ahora, cuando tienen todo el poder en sus manos.
¿Quiénes son los que persiguen tan tenazmente a estos pobres prójimos cartistas? Básicamente, sus adversarios de Fuerza Republicana y también los medios de prensa. Para ser más precisos: los medios de prensa que ellos no manejan.
La persecución de la que hablan, por parte de los medios, consiste en la publicación, por ejemplo, de chats, videos, fotos, etc., que revelan la manera en que figuras políticas y empresarios de oscuros antecedentes se inmiscuyen en el Poder Judicial para perpetrar tráfico de influencias, dando impunidad a fiscales que liberan a narcotraficantes. También la publicación de pruebas sobre cómo se nombran a dedo a jueces, fiscales, comisarios y funcionarios públicos en general, todos ellos “amigos” y leales al movimiento HC.
Forman igualmente parte de la “persecución” las publicaciones sobre los vínculos de algunos políticos, como el vicepresidente de la República, Pedro Alliana, con un empresario que le hizo favores durante la campaña electoral y luego, casualmente, ese mismo empresario aparece ganando una licitación pública millonaria en dólares que tienen un feroz tufo a amaño.
Por culpa de esta “atroz persecución”, por ejemplo, a Horacio Cartes, el gobierno de los Estados Unidos de América lo declaró significativamente corrupto y le aplicó sanciones administrativas y económicas que motivan, entre otras cosas, que no pueda poner un pie fuera del Paraguay, por consejo de sus abogados, para evitar, aparentemente, que lo detengan y lo extraditen al país del Norte.
Precisamente, este gobierno dirigió muchas energías y perdió mucho tiempo intentando revertir esas sanciones al líder de Honor Colorado, pero hasta ahora no lo ha logrado.
La actuación de esta administración del Estado paraguayo contradice de manera flagrante la máxima de cualquier sistema democrático que se precie: priorizar siempre el interés general sobre el particular. Este gobierno, por lo que se vio hasta ahora, está centrado en hacer justamente lo opuesto: obtener beneficios para sus familiares y operadores políticos y atender problemas particularísimos, como los de Horacio Cartes con los Estados Unidos.
La pretensión de que la prensa no publique críticas ni investigaciones sobre negociados y hechos de corrupción en el Estado es absurda.
En lo que les queda de mandato será difícil para ellos sostener el cuento de la persecución, cuando tienen todo el control para poder impulsar las políticas que quieran en beneficio de la mayoría.
Si no lo hacen, es solamente porque no quieren (tienen otros objetivos) o porque no pueden (por inutilidad y por no poder frenar la corrupción galopante de varios de los componentes del mismo gobierno).
El tiempo transcurre, no se ve que la mayoría de la gente esté mejor, como prometieron, y el argumento de que lo que están dejando de hacer es porque son “perseguidos” no se lo cree nadie.