De Cartes a Peña y de New York a Washington

El bochorno que protagonizó hace unos días Santiago Peña en Washington, con su frustrada participación en la ceremonia de investidura de Donald Trump, trae a la memoria otro “memorable” episodio que protagonizó Horacio Cartes en septiembre de 2015, cuando un teleprónter le jugó una mala pasada y lo dejó, literalmente, sin palabras y gesticulando cual Mister Bean ante su auditorio.

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Cartes daba entonces un discurso en la Universidad de Nueva York ante un público de jóvenes y profesores, pero lo hacía con la ayuda de una pantalla, más o menos oculta, que le iba escribiendo lo que debía decir.

Desafortunadamente para él, la tecnología le jugó una mala pasada y las palabras se perdieron en la pantalla sumiendo al mandatario en el desconcierto y evidenciando su absoluta incapacidad para improvisar en público.

Durante aquel periodo 2013-2018, el entonces presidente protagonizó numerosos incidentes en los que dejó expresos sus problemas para manejarse en el escenario público, como la vez que en un acto oficial en Chile quiso mencionar, aparentemente, al gran prócer chileno Bernardo O’Higgins, y lo llamó “Eulogio”.

La defensa que hicieron los cartistas de Santi Peña fue que igual cumplió su agenda y que obtuvo cosas importantes para el país, como si fuéramos tontos y no supiésemos que el viaje del Presidente apuntaba casi exclusivamente a participar de la ceremonia de asunción de Trump, para lo cual consiguió una invitación de segunda categoría, no acorde a su investidura, arriesgándose a que le pase lo que finalmente le ocurrió.

Por suerte para él este acontecimiento pasó más o menos desapercibido para la mayor parte de la prensa internacional ya que, en el fondo, se trató de una cuestión anecdótica más propia de un país bananero.

Sin embargo, a nivel local, el evento puso en el tapete los continuos viajes de Peña al exterior y la pregunta que surgió es si realmente redundan en favor de los intereses nacionales.

Lo que le pasó ahora pareció más bien una cuestión de cursilería, con el mandatario pretendiendo forzar su presencia en un círculo al que no pertenece y yendo a un evento al que no fue realmente invitado por el anfitrión.

Tanto en el caso de Cartes como en el de Peña, sus defensores pretendieron minimizar los hechos diciendo que la oposición y la prensa se ocupan de cuestiones nimias y que lo realmente importante es la agenda del Presidente y su intención de instalar al Paraguay como un país atractivo y confiable para las inversiones internacionales.

Es obvio que esto revela una actitud contradictoria. No se puede pretender buenas relaciones con Estados Unidos y al mismo tiempo cortar un programa de combate al narcotráfico con la agencia antidrogas de ese país, DEA.

Tampoco contribuye el hecho de que dirigentes cartistas traten al embajador saliente de los Estados Unidos Marc Ostfield como “sinvergüenza y corrupto”, como lo hizo ayer el inefable diputado Yamil Esgaib.

Por suerte para nuestra imagen internacional Peña no podrá protagonizar un hecho similar en otra asunción presidencial, ya que cuando Trump deje el cargo en 2029 ya no estará en el cargo y Cartes, sabemos que difícilmente vuelva a poner los pies en Estados Unidos alguna vez para pronunciar ningún discurso, con o sin teleprónter.

mcaceres@abc.com.py

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