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La falta de transparencia que se percibió desde un principio alrededor de este episodio va dejando lugar a la imagen de que se trató de una chambonada, en la que altas autoridades del Gobierno desconocían las decisiones que se tomaban y algunos, al enterarse, no estaban del todo de acuerdo.
Sin embargo, a esta altura, algunas cuestiones parecen irse aclarando, no porque el Gobierno lo haga, sino simplemente porque los hechos y las declaraciones que se suceden de algunos actores políticos aportan elementos que permiten entender la lógica que empuja las acciones del oficialismo y de su principal cabeza: Horacio Cartes y su equipo político.
En ese contexto, causa gracia la apelación que algunas autoridades hacen a la “soberanía” de nuestro país para explicar ciertas decisiones. Presuntamente, se alude a la independencia que debe tener el Paraguay para tomar decisiones que hacen a la marcha y el destino de la Nación, en este caso, en materia de seguridad interna y externa.
La cuestión está relacionada, obviamente, a nuestros vínculos con los Estados Unidos de América y el papel que tiene ese país en materia de cooperación con nuestros organismos de seguridad.
Lo curioso es que todos sabemos, porque está a la vista que la agenda de nuestro país en lo que hace a su política exterior está muy atada a los dictados de la política exterior de EE.UU. Esto explica, por ejemplo, nuestro vínculo con Taiwán o la decisión de trasladar a Jerusalén nuestra embajada en Israel.
La pregunta es a qué viene entonces esta minicrisis creada en torno a la cooperación DEA-Senad y la pretensión de explicarla con el cuento de que queremos preservar nuestra soberanía.
La explicación parece venir, no tanto por los intereses nacionales, sino por los intereses particulares del equipo Cartes.
El actual presidente del Partido Colorado, declarado significativamente corrupto por organismos oficiales de Estados Unidos, utiliza las instituciones del Estado, a las que ha copado con elementos afines desde el inicio de esta administración, para intentar revertir su situación.
De hecho, es lo que ha venido haciendo siempre, utilizando sus “elementos” en el Poder Judicial, el Ministerio Público y el Congreso (a través de la CBI “garrote”) para perseguir a quienes considera enemigos políticos.
En ese afán ahora parece que pretende manejar los operativos de la Senad-DEA. Inclusive, se comenta que estuvo tratando de obtener información sobre las investigaciones y los datos que organismos de EE.UU tienen en su contra, algo que no ha podido conseguir.
Todo esto suena como una novela o una serie de suspenso, pero está ocurriendo. Lo que no sabemos es si terminará como drama o comedia.
O, más posiblemente, termine como un “esperpento”, ese género literario creado por Don Ramón del Valle Inclán en la que se nos presenta una realidad deformada y acentuada en sus rasgos grotescos.