Un pedido en medio del caos

Es diciembre, se escucha en las bocinas del tránsito de nuestra ciudad, se siente en la velocidad que corre por las rutas del país, en la falta de tiempo por los miles de compromisos asumidos y despedidas de año programadas, siempre parece que se hace complicado llegar tranquilos a las fiestas de fin de año. El día a día se siente como el pulso acelerado de un día caminando bajo el sol del último mes del año en Paraguay.

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Con pena vimos los accidentes que se cobraron vidas y destruyeron otras que quedaron sin un familiar o con secuelas. Indudablemente, se debe a la inconsciencia y a que todo es sin parar semana tras semana, hasta la madrugada del día 25, cuando llega la Navidad, que nos devuelve unas horas de paz, a veces. El ritmo de las horas durante el periodo de fin de año está caracterizado por las corridas, escuchar los audios x2 y de responder en cada grupo de WhatsApp si cabe un nuevo encuentro.

A último momento surgen más cosas y ni siquiera llegamos a tiempo para la colonia de vacaciones de los niños. A todo esto hay que sumarle que justamente hoy es el día en que tradicionalmente armamos el pesebre, casi nos olvidamos. En medio de todo aparece la gripe de verano, la amenaza del siempre presente dengue y las superofertas que se llevarán el aguinaldo sin ninguna piedad.

Si hay cortes de energía por horas, se combaten con una buena ducha (si el agua no se cortó también) y espiral para los mosquitos que aparecen cuando abrimos las ventanas. En estos tiempos es megaimportante tener lista la gratificación para los recolectores de basura y cuidarse teniendo todo en orden para evitar multas de los agentes de tránsito, y de la Caminera, ante el indudable hilo rojo que une indefectiblemente dicha presencia en la vía pública con el pago del aguinaldo.

Parados en la vorágine de informaciones, algunas urgentes y otras importantes, hay una que pudo pasar desapercibida para los lectores y que creo es interesante replicarla en estas líneas. Se trata de los pedidos que hicieron los niños dializados del Hospital Nacional de Itauguá, que en medio de juguetes y ropas pidieron la oportunidad de tener una vida normal: “Quiero un riñón para mí y para mis compañeritos que también están luchando en el hospital”, escribía uno de ellos, mientras otro pedía que todos tomemos conciencia sobre la importancia de la donación de órganos. Los deseos de estos chicos nos hacen notar lo verdaderamente importante de estos días: tener salud y personas cercanas para compartirla. Todo el resto puede esperar.

arturo@abc.com.py

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