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Con la modificación del reglamento que hicieron, en junio de 2026 podrían inclusive extender el mandato de la misma directiva hasta el 30 de junio de 2028, siempre que conserven la mayoría aplastante que tienen actualmente.
La pregunta es: ¿por qué el cartismo hace esto. en este momento?
Evidentemente, apuntan a asegurar la presencia en el segundo lugar de la sucesión presidencial a alguien que es de la absoluta confianza del líder de Honor Colorado, Horacio Cartes. El motivo de esa repentina urgencia se presta a diversas especulaciones.
La decisión de la cúpula cartista deja de lado al senador Derlis Maidana, a quien se le prometió que ocuparía la presidencia en el periodo 2026/2027, dejando así en evidencia que hay alguna duda sobre su lealtad a toda prueba o, al menos, está claro que no es tan confiable como “Bachi” Núñez.
Durante el actual periodo presidencial, fueron varias las ocasiones en que la mayoría cartista cambió reglamentos y aprobó leyes “a tambor batiente” en el Congreso. En algunos casos, se trataba de leyes que el Poder Ejecutivo necesitaba para llevar adelante sus proyectos, más allá de que no haya habido mucho debate al respecto.
Pero, en otros casos, se modificaron reglamentos o leyes de manera caprichosa, para no decir directamente autoritaria.
Por ejemplo, cuando se decidió que hacían falta 30 votos para expulsar a un senador y, pocas semanas después, se volvió a cambiar esa exigencia reglamentaria a mayoría simple, para poder echar sin más trámite a la senadora Kattya González. O cuando se impulsó y se aprobó en una de las cámaras la derogación de un convenio de donación de la Unión Europea con Paraguay y, posteriormente, debieron recular para evitar un bochorno internacional.
Con este cambio del reglamento interno del Senado que hicieron ahora para atornillar a “Bachi” Núñez en la presidencia, el cartismo vuelve a hacer una demostración de poder y de arbitrariedad.
Es una manera de decir(nos): Hacemos lo que queremos, cuando queremos.
La posibilidad de que forme parte de un plan para volver a intentar una enmienda constitucional e instalar la reelección presidencial es remota.
Más allá de la ambición y obsesión de Cartes por volver al poder, difícilmente se arriesguen a provocar de nuevo una crisis política como la de marzo de 2017, que pondría inclusive en duda la estabilidad del actual gobierno.
Lo concreto es que esta y otras maniobras se toman en el Comando de Honor Colorado o las decide Horacio Cartes, sin consultar, obviamente, el parecer del presidente Santiago Peña, que sigue siendo considerado como un gerente que debe administrar lo mejor que pueda el país para asegurar que un cartista tenga el camino lo más allanado posible para el 2028.
¿Quién será ese candidato cartista para el próximo periodo? Alguien que mida bien en las encuestas cuando llegue el momento de las definiciones, que además goce de buena salud y, sobre todo, que haya dado señales indudables de que será absolutamente leal, hasta la obsecuencia, con el “líder” HC.