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Primero nos enteramos que había sido la senadora cartista Norma Aquino, alias Yamy Nal, tiene una hermana, Romy Alice Aquino, funcionaria del Poder Judicial. Todos los días, igual que vos y yo, ella va hasta su “trabajo”, marca la entrada y después pasa por el súper, desayuna y vuelve a su casa para sacar a pasear al perro. Gana por eso G. 5.300.000.
Mientras, por un salario mínimo, una trabajadora “común” se levanta a las 05:00 para llegar a tiempo y, camino al empleo, en una calurosa mañana y con el colectivo repleto, no puede evitar que la camisa obligatoria de ao po´i se le manche de sudor y que la merienda del nene al que tiene que dejar en la escuela, termine estampada en su pollera durante una frenada del chofer, que no pudo evitar el bache en una desastrosa calle de Asunción.
Pero Romy no es la única privilegiada. Es parte de la casta cartista que se considera con suficiente poder como para hacer lo que quiere con fondos que son públicos y deberían ser para el bien público. Además de los nepobabies, como la hija del vicepresidente Pedro Alliana, son parte de la casta los cuñados de Óscar “Nenecho” Rodríguez, el imputado intendente de Asunción, contratados en Essap por “Luifer” Benal. Todos cartistas, según las fuentes, preparándose para las elecciones municipales.
Indigna, sí. Más aún cuando en la misma semana se aprueba en el Congreso una Ley de la Carrera Civil que es para todos, menos para las otras autoridades que son precisamente las que abusan de su poder. Lo reclamaba Luz Leguizamón, de la Asociación Paraguaya de Enfermería, porque el funcionario de salud contratado no tiene seguro médico ni seguro social y el nombrado recibe un subsidio sanitario de G. 300.000.
Los médicos no tienen aumento salarial hace diez años, según Rossana González, de Sinamed. En los hospitales, con moho en viejas y peligrosas paredes, falta de todo, desde guantes hasta antibióticos. Pero los legisladores aprueban para ellos una privilegiada jubilación y quieren ahora un servicio odontológico vip que costaría G. 5.356 millones.
Así, celebramos todos juntos en Paraguay, unidos por la garra guaraní, la victoria de nuestra selección ante Argentina. Vivimos ese partido de fútbol como la final del mundial. La algarabía del pueblo fue aprovechada, sin embargo, por Santiago Peña para anunciar la promulgación de la ley que aumentará el control del Estado sobre las organizaciones no gubernamentales (ong), o sea, sobre la sociedad civil que viene haciendo contraloría y contrapoder a esa casta cartista que vive del dinero público y avanza en su plan autoritario, con el que quiere seguir aplastándonos. Porque con la selección paraguaya todos ganamos, pero... cuánto nos juegan!