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Se suele reclamar a los dirigentes políticos que bajen de sus pedestales, curules y sillones de oficina para palpar la realidad que vive el pueblo. Será interesante ver si la gente responde a esta iniciativa impulsada por dirigentes que están en la vereda de enfrente del poder actual, como la exsenadora Kattya González, los dirigentes campesinos Ermo Rodríguez y Teodolina Villalba, el intendente de Ciudad del Este Miguel Prieto, los senadores Rafael Filizzola e Ignacio Iramain, los diputados Raúl Benítez y Johanna Ortega, entre otras figuras.
Desde la derrota electoral del año pasado y con la asunción del nuevo gobierno colorado cartista, los sectores de la oposición están sumidos en una crisis que parece no tener fin.
El fenómeno de varios parlamentarios tránsfugas de distintos partidos que, por cargos, privilegios y favores pasaron a estar a las órdenes del cartismo fue un mazazo más que contribuyó al desprestigio de la oposición.
El Partido Cruzada Nacional quedó prácticamente destartalado con la fuga masiva de sus legisladores, sumando sus votos obsecuentes al oficialismo. No menos grave fue lo ocurrido con senadores del PLRA, prácticamente vendidos al cartismo que, por ese motivo, fueron expulsados de su partido.
En el Senado se consumó además uno de los hechos más bochornosos en lo que va del periodo parlamentario con la expulsión de la senadora Kattya González, que había ganado su banca con el voto de más de 100.000 electores y electoras. El pecado de la legisladora era molestar al poder con sus denuncias y acciones.
En ambas cámaras del Parlamento se sucedieron además, a lo largo de estos 17 meses de actuación, varios episodios que dejaron en claro que la concepción que tienen los oficialistas y sus aliados sobre qué hacer con el poder, es aprovecharse de él para conseguir beneficios y privilegios, con total desparpajo.
También hubo episodios de autoritarismo y prepotencia de parte de algunos legisladores que, aparentemente, en vez de ser servidores y representantes de la gente, se consideran de alguna casta especial a quienes nadie debe criticar ni molestar.
En ese escenario, los parlamentarios realmente opositores están siempre en minoría, sin capacidad de influir, más allá de denuncias o votos testimoniales. El Parlamento perdió en gran parte el papel que tuvo en casi todos los periodos: ser caja de resonancia de inquietudes ciudadanas.
Esta situación tan particular que se da actualmente hace que la marcha que se plantea sea una forma de medir el ánimo de la gente que habitualmente sigue la realidad por los medios de comunicación o redes sociales y que más bien se desentiende de las noticias políticas.
Se verá si la propuesta atrae y hasta qué punto le mueven a la ciudadanía las denuncias contra los políticos por sus nepobabies con sueldazos, el despilfarro del dinero público, los viajes de placer, los privilegios que se arrogan y, sobre todo, la impunidad de la que gozan y exhiben, por culpa de una justicia que nunca les llega.