Poniendo a prueba la tolerancia ciudadana

Con la designación del senador Hernán Rivas (ANR-HC) como integrante de la Comisión Nacional que estudiará y acompañará las negociaciones con el Brasil del anexo “C” del tratado de Itaipú, el cartismo reitera su conocida actitud desafiante y de desprecio a las instituciones.

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No hace falta ser clarividente para saber que el descarado “legislador” absolutamente nada puede aportar al éxito de una negociación internacional que es clave para el Paraguay.

Lo cierto es que el cartismo recae en una conducta que, por su misma reiteración, no puede ser considerada un desliz ni una casualidad.

La pregunta es cómo debe leerse. ¿Es una burla directa hacia los dirigentes y la ciudadanía pensante? ¿Un mensaje político que revela su escala de prioridades? ¿Una confesión de carencia de suficientes personas capaces en sus filas?

El dictador Stroessner, durante su largo régimen se rodeó de adulones y serviles, pero también tenía a mano a personas calificadas intelectualmente cuando se trataba de encarar temas importantes.

Aunque Cartes pretende mostrarse como un mecenas de jóvenes profesionales, la otra cara que muestra es la de un “líder” que se rodea de personajes de turbios antecedentes y de muy mala calidad moral e intelectual.

El caso de Rivas es en particular notable por el hecho de que el propio parlamentario, desde que era diputado, hizo todo lo posible por hacer notar que no tenía condiciones para ejercer ningún cargo, ni siquiera aquel para el que fue electo.

Documentos y testimonios públicos echan un manto de dudas sobre la legalidad y legitimidad del título de abogado que Rivas dice haber obtenido. Aun si fuera cierto que alguna vez cursó la carrera de Derecho, su falta de experiencia y su exhibida carencia de idoneidad eran motivo suficientes para no designarlo jamás como integrante del Jurado de Enjuiciamiento de Magistrados. Sin embargo, los cartistas lo hicieron. Es más, cuando fue elegido senador, lo ratificaron y, en un acto de bochorno inaudito, lo nombraron presidente de ese órgano.

Las publicaciones de los medios, las críticas generalizadas de diversos estamentos y, tal vez un lejano resto de pudor, hicieron que finalmente lo sacaran de esa representación en el Jurado.

Sin embargo, ahora lo ponen de vuelta en el tapete designándolo para una comisión de carácter nacional que se pretendería seria.

No es el único episodio en el que el cartismo pone gente incapaz en cargos importantes. Lo hizo con Hugo Javier González en la Gobernación de Central y con Óscar “Nenecho” Rodríguez en la Municipalidad de Asunción. Aunque ambos fueron producto de la elección popular, no hubieran sido candidatos de no tener el respaldo cartista.

Otro caso es el de Tadeo Rojas, exministro del Interior en el gobierno de Horacio Cartes, echado del cargo como principal responsable del acto de terrorismo de Estado que derivó en el asesinato del joven dirigente liberal Rodrigo Quintana. En este nuevo gobierno cartista, fue premiado con el cargo clave de ministro de Desarrollo Social.

De nuevo ¿cuál es el mensaje del cartismo? ¿Son favores políticos que se deben pagar obligatoriamente? ¿Prefieren manejarse con personas averiadas? ¿Están probando el grado de tolerancia política y social para instalar después cuestiones más graves?

Todo parece posible en este Paraguay que tenemos.

mcaceres@abc.com.py

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