Candidatos asegurados para 2028, por ahora

Cuando Santiago Peña dice públicamente que su “sucesor” en la presidencia, dentro de 4 años, será Pedro Alliana, sabemos que no es una cuestión que a él se le haya ocurrido de repente.

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Obviamente, quien puede tomar ese tipo de decisiones políticas dentro del Partido Colorado es el mismo que lo puso en su momento a él como candidato: Horacio Cartes.

Si hasta ahora se veía a Peña como un segundón, porque el verdadero poder lo tiene Cartes, su anuncio sobre la candidatura de Alliana lo relega y despoja aún más de cualquier atisbo de liderazgo.

Como dijo la diputada Johanna Ortega (País Solidario), el presidente decidió dispararse en un pie. No se sabe bien por qué hizo tal cosa. Puede ser un elemento distractivo ante hechos escandalosos que suceden en su gobierno, como el asesinato del diputado Eulalio Gomes, o puede ser una cuestión ordenada por Cartes para calmar el internismo colorado o, en el mejor de los casos, puede haber sido solo una soberana tontería de parte de Peña.

Más allá del anuncio hecho tan a destiempo, en un país como el Paraguay, de democracia frágil e instituciones endebles, en pocas semanas la cuestión podría quedar en simple anécdota o inclusive en completo olvido.

Emulando al recordado expresidente de la ANR Blas N. Riquelme (1929-2012), Peña podría mejor haber dicho “Pedro Alliana es nuestro candidato para el 2028, por ahora...”.

Un avezado político, ahora ya fuera de los círculos de poder, decía hace algunos años que en el Paraguay la mejor manera de arruinar una candidatura es lanzarla de manera prematura, para que se desgaste y se diluya.

En ese sentido, el lanzamiento por parte de Paraguayo Cubas, líder de Cruzada Nacional, de la candidatura de Miguel Prieto, actual intendente de Ciudad del Este, como candidato a presidente en 2028, puede haber sido una simple expresión de deseos o –siendo maliciosos– una elaborada trampa.

Con el conocimiento que se tiene de la realidad política paraguaya a lo largo de este periodo democrático iniciado tras la caída de la dictadura stronista, no podemos, a estas alturas, estar seguros de que Peña culminará su mandato y ni siquiera si Cartes conservará su poder por mucho tiempo más.

En todo caso, el anuncio hecho por Peña (seguramente a indicación de Cartes) revela la decisión de continuar con un modelo político-económico que pretende congeniar una presunta modernización y adecuación del Estado paraguayo a los tiempos actuales, combinada con la mantención de un Estado clientelista, prebendario, que hace guiños al crimen organizado y al narcotráfico.

Cartes y su entorno han demostrado con claridad que, en aras de un proyecto, el candidato es lo de menos. Puede, inclusive, ser un títere con buena presencia.

Antes que lanzar a un candidato, los dirigentes que no quieren que se imponga el modelo cartista deberían evaluar si son capaces de pensar, elaborar y consensuar proyectos y propuestas distintas que atraigan a la mayoría de los electores.

Si no pueden, pero igual ganan las próximas elecciones, solo serán como moscas en una telaraña o más o menos de lo mismo que pretenden reemplazar.

mcaceres@abc.com.py

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