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Podemos estar seguros de ello, aunque muy pocos potentados funcionarios estén procesados y mucho menos presos, por el hecho de que la lógica más elemental nos dice que nadie puede convertirse en millonario por ocupar un cargo público, a no ser que esté de por medio la magia o el latrocinio, siendo esa segunda alternativa la más creíble.
Pero para gozar de la tranquilidad propia y de la envidia de periodistas y contreras –que nunca faltan– el “agraciado” funcionario que logró amasar fortuna debe agenciarse la amistad de magistrados, fiscales abogados y fuerzas de seguridad que eviten a toda costa que el mismo vaya a dar con sus huesos a Tacumbú o residencias similares.
Esta realidad que palpamos, sin necesidad de que nos la cuenten, hace que cierta dirigencia política, cuando está en el poder, manipule la Justicia nombrando magistrados y fiscales afines que los “protejan”, especialmente en caso de que asuma el mando un grupo político adversario.
Así, por ejemplo, el expresidente Horacio Cartes nombró en su momento a una fiscala general del Estado que pasara por alto alguna desprolijidad que hubiese cometido durante su gestión y Mario Abdo Benítez intentará hacer lo mismo, ahora que está en proceso la designación de quien reemplazará a Sandra Quiñónez.
En el Partido Colorado, en particular, que está en el poder hace más de 70 años con una breve interrupción de 5 años, son expertos en esta clase de operaciones.
Se suele hablar del “abrazo republicano” que se da luego de las elecciones internas, cuando el perdedor reconoce la victoria de su adversario y se pone a su disposición.
Lo que no se aclara, generalmente, es que el mentado “abrazo” no se da a base de cuestiones políticas, ni de doctrina o principios, sino que, básicamente, es un acuerdo de impunidad. Eso explica el hecho de que no veamos investigaciones ni condenas en cada periodo, pese a las evidencias sobre el sorpresivo bienestar económico de quienes pasaron por algún cargo público.
En esta ocasión, sin embargo, puede ocurrir algo distinto, por el cariz del enfrentamiento entre los dos grupos que disputan el poder en la ANR.
Desde el equipo de Honor Colorado, que lidera el expresidente Horacio Cartes, acusan al presidente Mario Abdo Benítez de haber sido el principal lobbysta para que el exmandatario haya sido tildado de “significativamente corrupto” por el Departamento de Estado de los EE.UU. de América y que hizo lo mismo para sacarse de encima al vicepresidente Hugo Velázquez y poner a Arnoldo Wiens como su candidato a la Presidencia.
Abdo Benítez y su equipo pueden esperar que, en caso de ganar Santiago Peña la interna, le devuelvan con la misma moneda, o sea, que desaten una persecución judicial en su contra, apenas deje el poder. En tanto, los cartistas también creen que la “persecución” contra su líder empeorará si sufren una derrota electoral.
En ese escenario, un acuerdo de no agresión en la ANR, parece difícil. Aunque... quién sabe, la necesidad de impunidad puede que obre igual el milagro del abrazo.