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El tema de la transformación educativa que impulsa el Ministerio de Educación, con el respaldo de otras instituciones nacionales e internacionales, le viene de perillas a quienes gustan de imaginar una ominosa conspiración mundial contra nuestro presunto sistema paraguayo de vivir.
La vieja estrategia de crear enemigos inexistentes sigue siendo efectiva debido a la irracionalidad y la falta de formación de alguna gente dispuesta a creer las versiones más disparatadas y apocalípticas que les cuentan.
A la farsa se suman entusiastas algunos dirigentes políticos, en particular de Honor Colorado y aliados conservadores, que están en campaña proselitista e intentan fanatizar a sus seguidores y atemorizar a quienes no tienen información sobre el tema, advirtiendo de una presunta amenaza a nuestras familias y nuestro ser de paraguayos.
El Partido Nazi no fue el inventor, pero hizo mucho uso de aquello de crear un supuesto enemigo tenebroso que ponía en peligro los cimientos y valores nacionales. Antes y después de ellos, pseudolíderes, oportunistas y delincuentes de toda laya abusaron de las mentiras y el temor de la masa empobrecida y sin muchos elementos de análisis para defenderse de esos discursos.
Estos manipuladores parecen sentir un gran placer en lanzar teorías descabelladas, posiblemente para compensar su mediocridad y su imposibilidad de hacer propuestas serias que nos hagan avanzar como sociedad para vivir mejor.
Normalmente, no tienen mucha influencia pero, en tiempos de crisis y necesidades, como el que está instalado después de la pandemia, encuentran a personas que son terreno fértil para mensajes de intolerancia y odio.
El ejemplo más patético de esta conducta autoritaria fue en estos días la concejala departamental de Alto Paraná Sandra Miranda (PQ) quien, el pasado martes, en una audiencia pública contra la transformación educativa, reclamó su “derecho a discriminar” a quienes no pensaban como ella, pese a que nuestra Constitución Nacional, en su artículo 46, dice claramente que “todos los habitantes de la República son iguales en dignidad y derechos” y que “no se admiten discriminaciones”.
Es notable que el papa Francisco, jefe de la Iglesia Católica haya instado varias veces a la tolerancia y la fraternidad y gente que se dice de ese mismo culto religioso o de otros de carácter cristiano siga predicando odio y discriminación.
Otro enemigo en esta coyuntura política actual del Paraguay son los medios de prensa.
Tras la condena judicial contra ABC Color se ha visto que hay magistrados que, a esta altura de la civilización occidental, están muy dispuestos a censurar medios de prensa y, más aún, se sentirían satisfechos si pudieran clausurarlos como en los tiempos de la dictadura stronista.
El escenario político y social que tenemos, con elecciones en puerta, amenaza con el retorno de fantasmas del pasado y mueve al pesimismo.
No obstante, la historia occidental y cristiana nos muestra que, aunque autoritarios y fanáticos consigan retrasar la consolidación de los derechos de todas las personas, la razón, la ciencia y la convivencia pacífica se terminan imponiendo.