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Como señal de la complicidad entre las autoridades de turno y los empresarios del sector, vinculados a su vez a la política partidaria, en Asunción aparecen de la nada nuevas gasolineras. Una ordenanza municipal prohibe su instalación a menos de un kilómetro entre ellas, pero un gremio que incluye a Enex -emblema vinculado al ex presidente de la República Horacio Cartes- recurrió a la Corte Suprema de Justicia, que (claro, cómo no) emitió a su favor una medida cautelar.
Una de las primera estaciones de servicio beneficiadas con esta medida fue precisamente el emblema de Cartes. Se instaló sobre Mariscal López, en una zona declarada como de interés patrimonial, frente a un hospital, a metros de Mburuvicha Róga y a metros de dos gasolineras.
Luego, el intendente Óscar “Nenecho” Rodríguez (tan cartista como la Corte) autorizó junto con la Junta Municipal el taponamiento de un humedal ubicado en la Costanera Norte para instalar allí otra estación de servicio, esta vez del Grupo Bahía.
Ahora, el mismo “Nenecho” aprobó la demolición de un antiguo edificio, con unos cien años de historia, conocido como Molino San Luis, para ubicar en su lugar otra gasolinera, de Petrosur. Lo autorizó cuando su propia Dirección de Patrimonio le recomendó que no lo hiciera, como también lo recomendó la Secretaría Nacional de Cultura (SNC).
En total, denunció el concejal Pablo Carrillo, se prevé instalar 27 estaciones de servicio más en Asunción este año. Irónico: es el mismo sector que en estos días clama que trabaja a pérdidas debido a la disparada del precio del petróleo y anuncia un incremento en el costo del combustible al consumidor final. ¿Cómo es que trabajan a pérdidas, pero crecen como hongos? A lo mejor si siguiésemos el consejo de Garganta Profunda, “Follow the money”, podríamos encontrar una respuesta.
Si hay una empresa contaminante y peligrosa, esa es una estación de servicio. Por eso la tendencia mundial es a usar vehículos eléctricos. Pero como siempre, acá se imponen a lo mbarete los intereses de los poderosos. A Nenecho, a Ariel Oviedo, del Mades, y al resto de nuestras autoridades, les importa un pomo la memoria del pueblo, su salud y, mucho menos, su medio ambiente.