El 2023 lejano y a la vuelta de la esquina

El actual receso legislativo no será tiempo de vacaciones para los equipos políticos en el Partido Colorado y en los partidos de oposición, de izquierda a derecha, a causa de las elecciones generales de 2023, que están lejos y a la vuelta de la esquina.

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En el Partido Colorado, el vicepresidente Hugo Velázquez corre desde atrás en las encuestas, cargando con pecados antiguos y recientes que, en otras circunstancias, lo harían impensable como candidato atractivo en el oficialismo.

Su discurso, y el apodo de “toro” elegido para el proselitismo, no habla de renovación o cambio ni, menos aún, de alguien con amplitud de miras y abierto a los nuevos tiempos.

De ganar, será un candidato auténticamente colorado, con todo lo que ello implica de negativo. Por eso, busca (o al menos dice hacerlo) una compañera de fórmula que suavice su perfil de derecha puro y duro. Su éxito electoral dependerá en gran medida de la estructura de las seccionales coloradas y de las del Estado.

Su contrincante en la interna, el economista Santiago Peña, en muchos aspectos, es lo contrario: joven, en cierto modo novedoso en nuestro sistema político, de perfil afable. Casi un candidato de catálogo. Justamente, en ese perfil “de diseño” reside su debilidad.

No parece un candidato autónomo, no surgió de la lucha política ni de la militancia ni del debate de ideas. La impresión es que simplemente salió de una selección del equipo de marketing del expresidente Horacio Cartes en base a la evaluación de sus aspectos atractivos para el electorado.

Ninguno de los dos candidatos colorados plantea lo que se diría un cambio revolucionario. Ambos responderán a determinados grupos económicos. En el caso de Santi Peña, hay dudas fundadas sobre su independencia y su capacidad para administrar una eventual crisis política, que suelen ser corrientes en nuestro sistema democrático.

Los partidos de oposición parecen tender al sinceramiento y, a esta altura, parece difícil que se concrete en 2023 alguna alianza forzada de derechas e izquierdas, sin ton ni son.

El PLRA sigue sumido en una crisis de grandes proporciones, con posturas irreconciliables entre dirigentes, con su presidente, Efraín Alegre, viéndose como única alternativa contra la mafia que él denuncia que se está apoderando del país.

Quienes se presentan como alternativa en la interna: el gobernador de Cordillera, Hugo Fleitas, y el exintendente asunceno Martín Burt, en particular el primero con sus aliados, parecen salidos de un museo político del terror y no da resquicios a la esperanza de alguna propuesta novedosa.

Los partidos de izquierda impulsan desde esta semana una unidad programática intentando instalar un debate al que, posiblemente, no todos los sectores de oposición quieran prestarse. Al menos, tienen la sinceridad de “marcar la cancha” desde el principio.

En un lugar intermedio, que no quiere decir residual ni descartable, surgen otros candidatos sin una filiación ideológica marcada, cuya instalación con alguna posibilidad real de éxito parece supeditada a casualidades o imponderables.

El acomodo de las piezas que pueda darse en el 2022 no invita de antemano al optimismo para el electorado que busca un cambio radical.

Pero todo está por pasar aún. El 2023 está cerca, pero no tanto como para descartar que haya sorpresas en el camino.

mcaceres@abc.com.py

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