Simple botín o salida a problemas personales

La propuesta del Ejecutivo de nombrar al senador colorado Enrique Riera embajador ante la Organización de los Estados Americanos (OEA) actualiza una deplorable práctica en el Partido Colorado: la toma de decisiones sobre cuestiones de Estado en base a conveniencias particulares y el reparto de altos cargos por amiguismo o en pago de favores políticos.

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Luego del atroz incendio del Supermercado Ycuá Bolaños, en agosto de 2004, con la muerte de unas 400 personas, y tras salvarse de pagar la responsabilidad criminal y política que le cabía, Enrique Riera pasó al ostracismo. En 2006 concluyó su mandato como intendente de Asunción y era poco menos que un cadáver político.

Nadie, salvo quizás los familiares de las víctimas de la tragedia, lo recordaba cuando en 2013, el entonces presidente Horacio Cartes lo sacó del sarcófago designándolo representante del Ejecutivo en el Consejo de la Magistratura.

En 2016, fue designado por Cartes ministro de Educación, en una maniobra, urdida por el entonces presidente para destituir a Marta Lafuente y perfilar a Riera como posible candidato del cartismo a la presidencia en 2018.

Por el camino, HC advirtió que Riera era una marioneta impredecible y difícil de manejar por su soberbia e ínfulas de ser superior y decidió que su candidato sería alguien más dócil: Santi Peña.

No obstante, el entonces mandatario le dio un lugar preferencial como primer suplente colorado en el Senado, lo cual le permitió asumir inmediatamente al cargo de titular, apenas Luis Castiglioni fue nombrado canciller.

En su gestión como senador, Riera osciló entre mostrarse obediente o impoluto, dos cuestiones antagónicas y difíciles de sostener formando parte del cartismo, donde las órdenes del Patrón no se deben discutir.

En la plenaria, protagonizó algunos hechos bochornosos, como su pelea a golpes con el senador Paraguayo Cubas, por la que fue suspendido 60 días sin goce de dieta. También se dedicó sistemáticamente a autocitarse y autoalabarse como el funcionario de mejor gestión en todos los cargos que ocupó.

En diciembre de 2019, anunció su alejamiento del movimiento Honor Colorado, para enfrascarse en un nuevo movimiento político y, según dijo, “para estar alejado de personas con cuestiones pendientes con la justicia”. Descubrir que en el cartismo había varios con cuentas pendientes con la Justicia le había tomado unos 6 años.

Riera participó con su propio movimiento en la elección interna municipal de junio pasado, donde tuvo una derrota catastrófica. Quedó endeudado y desplomado en términos políticos y personales. La solución que encontró fue pedirle encarecidamente al Ejecutivo (al que mucho atacó desde su banca) el puesto de embajador en la OEA.

Los antecedentes de Riera sirven para tener justificadas dudas de lo que pueda aportar en la defensa de los intereses de nuestro país.

A nivel internacional, con seguridad, se lo recuerda como el intendente vinculado a la tragedia del Ycuá Bolaños.

Si, pese a todo, sus colegas le dan el acuerdo para que sea embajador en la OEA, será una confirmación de que a la mayoría del Senado no le interesa cuidar la imagen del país, que les da todo lo mismo y que no tienen pensado ni siquiera empezar a cambiar algunas costumbres lamentables de nuestra realidad política.

mcaceres@abc.com.py

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