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“8A entró como subcontratista de Mota Engil (para el proyecto Metrobús) pero 8A no figura en el contrato; entonces, lo que hizo fue un subcontrato hasta una primera parte, para ir haciendo más a medida que se iba, porque el proyecto para toda la obra no estaba terminado. Una vez que estuvimos dentro del contrato, trabajando, y se llegó al final del contrato, de mutuo acuerdo preferimos ya no hacer otro contrato”, explicó en contacto con ABC Cardinal el ingeniero Luis Pettengill, presidente de la empresa constructora 8A.
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“El problema principal de esa obra es que no tienen las expropiaciones realizadas, y estas se van realizando a medida que se va avanzando la obra, y eso es mortal. Yo como contratista ya tengo que tener liberado el camino para hacer el trabajo, porque por dos vecinos que no me den su terreno, yo no puedo seguir”, agregó en referencia al aviso de Mota Engil, empresa constructora del metrobús, que avisó al Ministerio de Obras Públicas que ya no continuará con los trabajos.
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Recordó que tuvieron una experiencia similar muy reciente durante la construcción de la Av. Ñu Guasu, que se detuvo durante un año y medio debido a problemas con tres terrenos que no habían sido expropiados. Aseguró que ese tipo de inconvenientes genera grandes pérdidas a las firmas debido a que el cálculo inicial, por ejemplo, por salarios de los trabajadores, se duplica cuando la duración de la obra se extiende.
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“Es un tema que de aquí en más se tiene que tener en cuenta: el gobierno para hacer la licitación ya tendría que tener todas las expropiaciones. En esto perdemos todos, porque nosotros los contratistas prevemos todo (...) El que da la orden de inicio es el culpable de todo: como ya firmé el contrato, tengo que que empezar, porque, si no, me ejecuta la garantía”, alegó.