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La familia de un niño de 12 años oriundo de la ciudad de Caacupé que perdió la vida hace dos días a consecuencia de un atragantamiento durante un almuerzo en la ciudad de Areguá tomó la difícil pero solidaria decisión de donar los órganos.
El director del Instituto Nacional de Ablación y Trasplante (INAT), doctor Hugo Espinoza, contó que tras la muerte del niño en el trágico accidente, la familia tuvo la bondad de elegir el camino de la donación, por lo que se inició el procedimiento con los riñones, que fueron destinados a dos pacientes diferentes: uno del Hospital de Clínicas y otro del Hospital Nacional de Itauguá.
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No pudo realizarse la donación del corazón porque el niño sufrió un paro cardiorrespiratorio de más de 25 minutos, que dejó inhabilitada esa posibilidad. Tampoco se realizó la donación de las córneas por decisión de la familia.
Cómo se asigna a los beneficiarios
Los donantes fueron asignados con base en criterios de histocompatibilidad, pruebas cruzadas, etcétera, y el procedimiento de ablación se realizó en el Hospital Nacional de Itauguá, pues este fue el nosocomio en que el menor estuvo en terapia intensiva antes de su deceso.
El médico rescató la entereza moral y espiritual de la familia por decir sí a la donación en un momento tan duro.
Reconoció que el trabajo de la ablación es una tarea difícil, pero alguien la tiene que hacer, “y la estamos haciendo con respeto y esperanza”.
El niño había viajado con su familia de Caacupé a Areguá para un almuerzo, momento en el que sufrió un atragantamiento. Un bombero lo auxilió, pero la ayuda fue insuficiente, porque presentó anoxia cerebral, una condición en la que el cerebro se priva de oxígeno. Posteriormente, sufrió un paro cardiorrespiratorio.