Escaso empleo de calidad lastra desarrollo humano

La pequeña porción de nuestra fuerza laboral con trabajo decente está fuertemente asociada al bajo índice de desarrollo humano que registra el Paraguay. Un estudio reciente del Programa de las Naciones Unidas (PNUD) y de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), con la colaboración de la JICA, refleja que en el 2011 solo un poco más de 480.000 personas tienen un empleo de calidad, que representa apenas el 16,3% del total de la población ocupada. Se observan varias oportunidades para mejorar el funcionamiento del mercado laboral e invertir en las capacidades del Estado para potenciar el trabajo decente y, por ende, el desarrollo humano.

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El desarrollo humano es el proceso de expansión de las libertades de las que goza la gente y comprende dos importantes elementos: por un lado, la formación de capacidades humanas, como salud y educación (conocimientos y habilidades); la capacidad de agencia o movilización en vista de sus intereses y, por el otro, el aprovechamiento de las capacidades adquiridas mediante oportunidades para actividades productivas para participar en trabajos sociales, culturales, políticas o el ocio.

Se entiende como trabajo decente aquel que es productivo para hombres y mujeres en condiciones de libertad, equidad, seguridad y dignidad humana. Abarca cuatro objetivos estratégicos, que son el cumplimiento de los principios fundamentales de los derechos laborales y las normas internacionales del trabajo; la creación de oportunidades en el empleo y de generar ingresos; acceso a la protección social y el seguro social; y el diálogo social y el tripartismo.

Filtros para estimar

Para el estudio se establecieron cuatro niveles o filtros sucesivos y acumulativos conducentes a un porcentaje de personas con índice de calidad de empleo (ICE) que no es sinónimo de trabajo decente (TD) ya que aquel es una base o mínimo para este último. Los niveles sucesivos del ICE son:

* Población ocupada; porque se trata de personas que trabajan y de la calidad del empleo. * No pobreza; porque el TD implica una vida con mínimos de bienestar. * Tenencia de seguro de salud; porque es primordial la salud para la vida personal, familiar y para la producción. * Aporte a un seguro para jubilación; porque se acumula para una vejez que es inevitable, pero que debe contar con este piso o mínimo de bienestar.

Al procesar los datos a través de estos filtros, del 100% de la población ocupada, queda un 75,7% de trabajadores no pobres. Al continuar el filtrado, el porcentaje cae en picada quedando en 25,9% de trabajadores no pobres con seguro y, finalmente, 16,3% de lo anterior con aporte a jubilación. Dicho de otro modo, solo 16 de cada 100 trabajadores no es pobre y tiene seguro médico además de aportar para su jubilación. Al hacer una división por zona, en la urbana encontramos un 23% (409.910 personas con empleo de calidad) y apenas 6,11% (70.696) en la parte rural.

Lenta reducción de la informalidad

El proceso de reducción del empleo informal sigue sumamente lento pues solo se redujo de 87,1% en 2001 a 81,3% en 2011. A nivel país, el empleo informal afecta a 2.370.677 personas (81,3%).

Un dato interesante que encontramos es la gran cantidad de empleo informal fuera del sector informal. Un total de 620.386 personas tienen empleo informal en empresas formales lo que refleja la vulnerabilidad de los controles ejercidos. Otro dato que no es menor rescatado del informe muestra que, con los filtros utilizados, en el sector público el porcentaje de empleo de calidad es mayor que en el sector privado con el 66,4% del total empleado en las instituciones estatales (196.388 personas) frente a un 10,7% que presta servicios en las empresas privadas (284.218).

La economía informal es la parte de la economía general donde se producen bienes y servicios para la venta, en la que la persona trabaja por obtener ingresos mediante su empleo autónomo, o por una remuneración en un empleo asalariado. El concepto de economía informal incluye el empleo informal en las empresas informales (pequeñas empresas no registradas) y también en empresas formales. Abarca tanto a los empleadores como a la población empleada, que comparten una característica común: no están reconocidos ni protegidos bajo el marco legal y regulatorio; y por lo tanto no reciben beneficio.

No obstante, el marco legal e institucional ha mejorado, con la creación de nuevas instancias técnicas dentro del Vice ministerio de Trabajo, como la Dirección de Seguridad Social y la Dirección de Empleo Juvenil. La creación de un ministerio de trabajo, seguridad social y empleo sería un paso muy importante hacia una institucionalidad laboral acorde con los desafíos del siglo 21, sugiere el estudio. Así como estamos hoy, con la estructura del Ministerio de Justicia y Trabajo es probable que si se focaliza en trabajo, se produzcan fugas de reclusos desde las cárceles.

Hoy se implementan políticas nuevas, como la del empleo juvenil y se ha avanzado en la incorporación de la dimensión de empleo en las políticas económicas y las políticas de inversión pública. Ha habido cambios significativos en el acceso a la seguridad social y el Instituto de Previsión Social aumentó su cobertura abriendo la posibilidad para que las trabajadoras domésticas y las y los trabajadores independientes puedan afiliarse.

Durante los últimos años surgieron nuevos espacios de diálogo social sobre la temática del empleo y se fortalecieron los existentes. Si bien la crisis política de 2012, en este ámbito, redujo la intensidad y la calidad del diálogo social, también se dieron importantes debates en el espacio público y en los medios sobre los proyectos de Ley de Empleo Juvenil y de las micro, pequeñas y medianas empresas (Mipymes).

Estos debates, pese a las diferencias de opinión, demuestran el interés para fomentar la inserción laboral de grupos altamente vulnerables y para fortalecer el dinamismo económico de las empresas de menor tamaño a través de programas crediticios y de apoyo a estos emprendimientos, y de la vigencia de regulaciones laborales.

La ratificación de convenios como el 169 sobre los pueblos indígenas y el 189 sobre el trabajo decente para los trabajadores domésticos representan una expansión significativa del espacio de acción gubernamental, diálogo social y reivindicación de los derechos de trabajadores y pueblos indígenas. En consecuencia, resulta consistente que tanto el Índice de Desarrollo Humano (IDH) como el Indicador de la Calidad del Empleo (ICE), aproximación tentativa al trabajo decente generada por este informe, registren mejoras a lo largo del período.

Entre 2001 y 2011

En la 2001 / 2011, la pobreza bajó de 36,8% a 32,4%, sin embargo, en nuestro país sigue siendo la más alta entre los vecinos. Hubo avances de formalización, pero con 81,8% el empleo informal aún sigue predominando. Más trabajadores acceden a la seguridad social (35,5% en 2011 versus 31,7% en 2003) pero la mayoría sigue sin cobertura. Hay más educación, pero muchos jóvenes no trabajan ni estudian.

Si queremos aumentar la cantidad de personas con trabajo de calidad y, consecuentemente, el desarrollo humano de nuestros compatriotas, se recomienda retomar instancias de diálogo social, tanto a nivel nacional como por temas, sectores y regiones, juntar los actores frente a problemas centrales, como el cumplimiento de los derechos laborales fundamentales, fortalecer a organizaciones de trabajadores y empleadores para seguir aumentando la intensidad y calidad del diálogo.

Filtros

Fueron establecidos cuatro filtros sucesivos que conducen a estimar un porcentaje de personas con índice de empleo de calidad.

480.000

Solo un poco más de 480.000 personas tienen un empleo de calidad, que representa apenas el 16,3% del total de ocupados.

35,5%

Más trabajadores acceden a la seguridad social (35,5% en 2011 versus 31,7% en 2003) pero la mayoría sigue sin cobertura.

broa@abc.com.py

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